Sebastián Marroquín recuperó después de 20 años muchos documentos personales de Pablo Escobar.
Jueves, 23 May, 2013 08:11 ENVÍA
Hace unos meses a una persona en Argentina se le ocurrió registrar dos marcas: Escobar Henao y Pablo Emilio Escobar Gaviria. Esa persona es Sebastián Marroquín, un arquitecto que vive en los suburbios de Buenos Aires y que se dedica a remodelar casas antiguas y a criar a su bebé, Emilio, de seis meses. Sebastián Marroquín tenía una razón poderosa para hacerlo: es el hijo de Pablo Escobar, el mayor traficante de drogas de la historia moderna. Su nombre original era Juan Pablo Escobar Henao y se lo cambió para abandonar Colombia hace 20 años.
Lo conocí en México hace dos años cuando vino a presentar la película:Los pecados de mi padre, un documental donde él regresa a buscar a los hijos de las víctimas de Escobar, como una manera de reconstruir su memoria.
Tras la muerte de su padre, se refugió con su mamá y su hermana en Sudamérica y estuvo desaparecido de los spots hasta que decidió usar —como él justifica— su pasado oscuro para construir algo positivo.
Los pecados… fue un éxito y además con la reciente serie colombiana El patrón del mal, ahora Hollywood se puso a reconstruir la historia en una futura película que protagonizará Benicio del Toro en 2014.
Sebastián Marroquín recuperó después de 20 años muchos documentos personales de Pablo Escobar (como su cédula de conducir, su pasaporte con su visa para Estados Unidos, su carnet de inmunidad diplomática, sus tarjetas de crédito) y creó con estas imágenes su colección Poder Poder, compuesta de playeras, jeans y camisetas.
“Hoy México es mi principal mercado, la segunda colección que lancé se agotó en tiempo récord. No alcanzamos a subirla a internet y ya estaba vendida”, me comentó en una larga llamada telefónica. El resto de los mercados de esta colección son Estados Unidos, Guatemala, Chile y Austria.
Me causó un raro escozor. ¿Por qué en un país tan golpeado por el narcotráfico y todos sus dolorosos efectos colaterales se convierte en un mercado deseoso de colgarse en el pecho a Pablo Escobar? ¿Apología o, como lo vende Marroquín, un mensaje de Nunca Más?
Parte de las ganancias de cada colección se destinan a comunidades vulnerables de Medellín. “Somos la única empresa en el mundo que usa la imagen de Pablo Escobar como producto para invitar a no repetir su historia”, aclara.
“Este proyecto va en sintonía con el documental: mi visión autocrítica de mi pasado como una bandera de paz”. ¿Será?
Twitter: @ba_anderson