La historia larga y violenta de la temida ‘Oficina’ de la mafia podría estar cerca de su fin. El primer golpe de la más dura ofensiva policial que comenzó en el Valle de Aburrá la semana pasada fue la captura, en un lujoso apartamento de Medellín, de Diego Alejandro Morales Hernández, de 23 años de edad. Se trata de uno de los hombres que participaron en las muertes del congresista Óscar González y del médico Ricardo Augusto Serna, de 24 años, el pasado 17 de marzo en Manizales. «Morales aceptó que trabajaba para ‘Don Berna’ y confesó que le pagaron un millón de pesos por llevar a los dos sicarios que asesinaron al parlamentario», le dijo a SEMANA uno de los investigadores de la Dijin que participó en el operativo liderado por el coronel Óscar Naranjo.
En el mundo del narcotráfico se conoce la ‘Oficina de Envigado’ como una organización criminal que opera desde hace 24 años. En la realidad no es una oficina ni queda en Envigado. Fue un esquema inventado por Pablo Escobar en la década del 80 como una especie de ‘fiscalía de narcotraficantes’ al mejor estilo de la mafia. En esa época el control del negocio se ejercía imponiéndoles a los traficantes unas reglas del juego muy claras. Cada uno debía pagarle a Pablo Escobar un impuesto fijo mensual de 300.000 dólares por la cocaína que enviaban a Estados Unidos, Europa o Japón. Y a su vez, cada joven sicario que reclutaba en las comunas de Medellín o en Envigado para conformar su ejército privado, estaba obligado a pagarle un porcentaje por los secuestros, extorsiones o asaltos bancarios que ejecutara.
En ese entonces la ‘Oficina de Envigado’ era gerenciada por los hermanos Gerardo ‘Kiko’ Moncada y Fernando ‘El Negro’ Galeano, quienes se encargaban de rendirle cuentas a su socio Escobar por el manejo de grandes cantidades de dinero provenientes del negocio de la cocaína. También administraban los gastos que requería su brazo armado para ejecutar los actos terroristas y criminales que mantuvieron horrorizado al país por años.
De la mano del jefe del cartel de Medellín creció Envigado y en 1988 Planeación Nacional declaró al municipio el más próspero de Colombia. Después del sometimiento a la justicia del capo y ya recluido en La Catedral, Pablo Escobar mantuvo su poder y el control de la ‘Oficina’ hasta julio de 1992 cuando mandó llamar a la cárcel de Envigado a los hermanos Moncada y Galeano, pues sospechaba que le habían robado una caleta con 20 millones de dólares. Los hombres no se salvaron del juicio y sus cuerpos fueron encontrados incinerados en el baúl de un carro. Ahí comenzó la más violenta vendetta en las entrañas del cartel y empezó la caída de Pablo Escobar. Quienes vivieron la historia sangrienta en esa época sostienen que ese día ‘Don Berna’ que era más bien conocido como el ‘Ñato Berna’ se salvó de ser asesinado por Escobar porque le encargaron la misión de acompañar a la mujer del ‘Patrón’ al salón de belleza. «Yo era el jefe de seguridad de Fernando Galeano, y el viernes 3 de julio de 1992, casi un año después de haberse entregado, Pablo lo citó en La Catedral. Al día siguiente me llamó. Con una tranquilidad absoluta, que infundía terror, me dijo: ‘Este es un golpe de estado económico. No quiero publicidad. Si usted quiere trabajar conmigo, le respeto la vida», le relató Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, al periodista Mauricio Aranguren en el libro Mi confesión.
Pero contrario a los deseos del jefe del cartel de Medellín, ‘Don Berna’ asumió el liderazgo de la organización criminal y una vez Escobar se fugó de la cárcel, conformó el grupo de ‘Los Pepes’ que destruyó la maquinaria terrorista del cartel de Medellín y terminó con el capo de capos. A partir de ahí, ‘Don Berna’ optó por manejar un bajo perfil hasta que la revista Cambio lo mencionó en uno de sus artículos como el sucesor de Pablo Escobar. ‘Don Berna’ mandó a sus hombres a recoger todas las revistas que circularan en las calles de Medellín.
‘Don Berna’ era ahora el nuevo ‘Patrón’ de la ‘Oficina de Envigado’ herencia que le quedó de Escobar, y los narcos sabían que contar con él y hacerlo partícipe en un ‘viaje’ era negocio asegurado pues se había convertido en una especie de árbitro de los narcotraficantes y en garantía de que la droga llegara a su destino. Según los informes que sobre Murillo Bejarano han recopilado las agencias estadounidenses y las autoridades colombianas, «ningún asalto, robo, atraco, o asesinato se cometía en Medellín sin su consentimiento. Además recibía el 30 por ciento por cada acto delincuencial».
En los últimos 15 años han sido muchas las víctimas de la violencia de la ‘Oficina’. Varios empresarios antioqueños que pidieron omitir sus nombres le relataron a SEMANA cómo los extorsionaban y reconocieron que el miedo no les permitía denunciar los crímenes que cometió esta organización en el Valle de Aburrá. Uno de ellos es un concesionario de carros a quien obligaron a entregarles 21 vehículos BMW y Mercedes-Benz para el servicio de la ‘Oficina’. Otro tuvo que traspasar dos fincas a nombre de testaferros de la banda criminal y dos víctimas más reconocieron que fueron extorsionadas a cambio de la entrega de ganado y grandes sumas de dinero.
Los organismos de seguridad señalan que la organización de la ‘Oficina’ ha dividido en zonas el control de Medellín y el Valle de Aburrá. En el sur, Adolfo León Ospina Montoya conocido como ‘Yiyo’, se encarga del manejo de la droga y de las finanzas del negocio y se mueve por el lujoso barrio El Poblado cambiando los cheques de la mafia. El norte está bajo la responsabilidad de alias ‘El Indio’ y la ‘Oficina de Medellín’ está bajo el mando de ‘Fabio Orión’ o ‘Comandante Orión’, hombre de la máxima confianza de ‘Don Berna’.
En los archivos judiciales reposa también el control del bajo mundo que dominó ‘Don Berna’ con la temible banda de ‘La Terraza’ que igualmente heredó de Pablo Escobar. Todavía se recuerda el escalofriante testimonio que algunos de sus miembros, entre ellos su jefe Elkin Sánchez Mena, un ex guerrillero del EPL, le dieron a un noticiero del canal regional de Antioquia. Allí confesaron ser los autores de múltiples crímenes y de asaltos a bancos, edificios, centros comerciales y carros de valores. Sin embargo algunos de los sicarios de ‘La Terraza’ llenos de resentimiento al ver que los hombres de la ‘Oficina’ se llenaban los bolsillos de dinero fácilmente con la venta de la droga, exigieron entrar en el negocio pero fueron asesinados en una finca en Córdoba y el resto de la banda quedó controlada por dos ex policías. Uno es ‘Fabio Orión’, el hombre de confianza de ‘Don Berna’ y al otro se le conocía en la comuna nororiental como ‘Careguayo’ o ‘El Pastuso’. Quienes no acataban sus órdenes iban siendo eliminados de la organización en un procedimiento que fue conocido públicamente como la ‘Operación Orión’.
Estos dos hombres, que ahora fungen de ser comandantes de las AUC, eran los enlaces con ‘Don Berna’, quien ya había encontrado refugio tranquilo en el Valle del Sinú, en la estructura paramilitar de Carlos Castaño. Según el seguimiento de inteligencia de la Policía, no solo logró en esas tierras la posibilidad de invertir una gran parte de su fortuna, sino que de ‘Don Berna’, el narcotraficante, se convirtió en ‘Adolfo Paz’, el comandante paramilitar. Así le quedó abierta la puerta para legitimarse políticamente. Y así fue.
La banda de la ‘Oficina’ y varios de sus integrantes que conformaron ‘La Terraza’ se convirtieron en el Bloque Cacique Nutibara que se desmovilizó el 25 de noviembre de 2003. Pero siguen activos el Bloque Tolová, al mando de Fabio Orión y el Bloque Héroes de Granada comandado por Daniel Mejía Ángel alias ‘Danielito’, quien perteneció a ‘Los Pepes’ y hoy se le conoce como el comandante ‘Daniel Ángel’. Este último ha anunciado su desmovilización.
Hoy Diego Fernando Murillo Bejarano está recluido en una finca en Córdoba esperando que la justicia falle por su presunta participación en el asesinato del diputado de la Asamblea de ese departamento, Orlando Benítez. Mientras tanto, la Policía ha recibido la orden presidencial de desmantelar totalmente la organización de la ‘Oficina’. «Tenemos identificados a 65 hombres que la manejan y hemos designado a casi 200 oficiales para que den con su paradero», dijo el coronel Naranjo. Las autoridades además tendrán que enfrentarse con una organización muy rica. Según los investigadores ‘Don Berna’ es uno de los hombres más acaudalados del país, tiene su propia flotilla aérea legal de aviones y helicópteros, es dueño de un equipo de fútbol profesional, de un centro comercial en Medellín y tiene su propia academia de modelos.
No va a ser fácil para el gobierno destruir este imperio de muerte y corrupción consolidado a lo largo de un cuarto de siglo, pero si lo logra será un paso definitivo para que en las negociaciones de Ralito se consiga una paz duradera.
Publicado en SEMANA, Fecha: 13/06/2005- Edición 1206