Los Pepes eran hijos de la avaricia de Escobar

GERARDO REYES/ El Nuevo Herald
7 de octubre de 2000
Los narcotraficantes Rodríguez Orejuela no estaban solos en su guerra contra Pablo  Escobar. Desde la cárcel de La Catedral, donde se entregó en junio de 1991, Escobar estaba criando a sus propios enemigos. El narcotraficante decidió perseguir a sus socios en el negocio de las drogas por no contribuir con las cantidades cada vez más altas que exigía para mantener su guerra terrorista contra el Estado.

Fue entonces cuando los hermanos Miguel y  Gilberto Rodríguez, jefes del Cártel de Cali,  comenzaron a recibir visitas de ex colaboradores  de Escobar que buscaban venganza y protección.

Un hecho sangriento fue determinante para la formación de Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar). El 4 de julio de 1992, Escobar ordenó la ejecución en la cárcel de La Catedral de Fernando Galeano y Gerardo Moncada,
narcotraficantes que estaban libres y gozaban del aprecio de los demás miembros del Cártel de Medellín.

Según el testimonio del narcotraficante confeso Luis Ramírez, Escobar ordenó la ejecución al enterarse que los Galeano y los Moncada tenían escondidos unos $20 millones para evadir el pago de sus cuotas al capo de Medellín.

«La gente piensa que Pablo Escobar era uno de esos narcos dedicados al negocio que se sentaba a planear una ruta, un cargamento, a hacer contactos y todo eso», dijo un ex colaborador de Los Pepes, identificado como Rubén. «Pero
eso era un mito. Escobar era un zángano que lo que hacía era cobrar,  extorsionar, llamar a los narcos para exigir su aporte con una condición que no  podían incumplir: o paga o se raja».

Muchos se rajaron pero otros sobrevivieron y decidieron unirse para combatir a  Escobar, cada uno con su razón personal.

Entre quienes se sentían más amenazados por Escobar se encontraban los
hermanos Fidel y Carlos Castaño, veteranos combatientes de la guerrilla en las
zonas del Urabá antioqueño y del Magdalena Medio. Los hermanos se salvaron
de ser ejecutados por Escobar debido a que el día en que tenían que llegar a la
cárcel a una cita, se presentó un derrumbe en la vía, según explicó una fuente
que pidió no se identificada

Enterados de la masacre de sus amigos Galeano y Moncada, los Castaño se
reunieron con los cabecillas del Cártel de Cali y acordaron la creación de un
frente que tendría como objetivos cortar las fuentes de financiación de Escobar,
destruir sus propiedades y hostigar a su gente.

El grupo sería autofinanciado por sus propios integrantes, explicó Rubén. Según
un testimonio rendido ante la fiscalía, el nieto de un ex presidente de la
República hizo aportes económicos tras enterarse de que su hermano fue
asesinado por Escobar.

Los Pepes hallaron otra mina de ingresos: Intimidados por las amenazas de Los
Pepes, varios socios de Escobar entregaron sus contribuciones a la
organización.

En este proceso, agregó Rubén, era inevitable encontrarse con la gente del
gobierno y los americanos que también seguían a Escobar.

«Era una relación cordial, de mutua conveniencia. Se compartía información»,
explicó.

«Ellos sabían que nosotros llegábamos más rápido a la gente de Escobar para
apretarlos, y darles el ultimátum: si está con él, está contra noso tros».

La racha de atentados se inició a finales de enero de 1993.

Los Pepes detonaron dos carros bombas en tres conjuntos residenciales donde
vivían familiares de Escobar. A principios de febrero incendiaron la casa finca
donde el capo guardaba originales de Picasso y Dalí, y el 17 de febrero le
prendieron fuego a un depósito en el que Escobar mantenía una valiosa
colección de automóviles antiguos.

Hasta ese punto, en el que los daños eran materiales, muchos colombianos
simpatizaban discretamente con las acciones de Los Pepes.

Pero la sed de venganza amplió los límites de la guerra.

En menos de dos meses, fueron asesinados cuatro abogados de Escobar y un
arquitecto. Los Pepes mataron al principal abogado de Escobar, Guido Parra.

«Nunca estuve de acuerdo con eso», explicó Rubén «Los abogados hubieran sido
más útiles vivos que muertos para la causa de Los Pepes, pues ellos eran los
que sabían dónde estaba la plata».

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