«Me tragué a Escobar»

Andres ParraENTREVISTA ANDRÉS PARRA, ACTOR. » Imagínate todo lo que uno podría hacer con Chávez. La locura y el poder, los secretos que debe tener. Como actor debe ser delicioso de hacer». El primer capítulo de «Escobar, el patrón del mal» fue visto por 11 millones de televidentes en Colombia. MARÍA GABRIELA MÉNDEZ , ANDRÉS PARRA, ACTOR |  ESPECIAL /EL UNIVERSAL /9 de sept. 2012
Antes de dejarse el bigote y las patillas largas, antes de ponerse en los zapatos de Pablo Emilio Escobar Gaviria y aprender desde su firma hasta su modo de caminar, Andrés Parra (Cali, 1977) hizo de todo, menos actuar: fue mayordomo en un condominio, lavador de carros e improvisador en el restaurante Andrés Carne de Res, fuera de Bogotá.


Pero estaba escrito: a los 11 años vio a un grupo de teatro ensayando. Y atraído por la idea de ser otros hombres empezó a disfrazarse, a maquillarse, a actuar. Por eso a sus padres no les extrañó la noticia: Andrés quería dedicarse al teatro.

Vivir de la actuación en Colombia es tan difícil como en cualquier país. Parra pensó en ser piloto, porque también le gustaban los aviones. Pero su papá casi lo obligó a seguir su sueño: «Usted lo que le tiene es miedo a la pobreza. Tiene que ser es actor, porque es lo que hace desde chiquito». Por eso Andrés dice que todo lo que le está pasando es culpa de sus padres: «Jamás me lo cuestionaron».

Estudió cuatro años en la Escuela de Formación de Actores del Teatro Libre de Bogotá. E hizo teatro desde antes de graduarse. Su mantra de aquél tiempo era: «Ya llegará mi momento».

Y le llegó, incluso antes de Escobar, el patrón del mal. Hizo papeles secundarios en televisión, cine y teatro. En 2008 encarnó a un narco llamado Anestesia en la serie El cartel de los sapos.

A Anestesia le siguió otro narco: Jaime Cruz en La bruja. Fue durante ese trabajo que, harto del rol de mafioso, se le quitaron las ganas de interpretar a Pablo Escobar, un anhelo que había manifestado tanto.

En 2009 se empezó a correr el rumor de que la cadena Caracol haría una serie sobre el famoso capo, y que lo llamarían a casting. Así fue: la creadora del proyecto, Juana Uribe (sobrina del político Luis Carlos Galán, a quien Escobar mandó a matar) llamó a Parra y lo convocó.

Mientras cuenta cómo se cristalizó el proyecto, Parra suelta un bostezo y advierte: «Voy a bostezar, pero no porque esté aburrido: Estoy feliz (…). Me llamó Juana y me dijo que le había gustado el casting, pero que estaba gordo. Tenía tres meses para bajar de peso. Al día siguiente me vi con una nutricionista».

-Para interpretar a Escobar debió rebajar 16 kilos. Y ha dicho que se volvería anoréxico si le piden interpretar a Don Quijote. ¿Cuáles son sus límites como actor?

-Hay una frase que nos repetían en la escuela de teatro: un actor no puede decir no puedo. No creo que haya límites. ¿Qué no haría? Que el director me dijera que hay una escena de sexo y que me pidieran que lo hiciera literalmente, porque no soy actor porno. De resto he hecho todo, me he besado con manes, me he empelotado…

Además de rebajar, Parra hizo una investigación exhaustiva del personaje. No solo leyó el reportaje en el que está basada la serie (La parábola de Pablo, de Alonso Salazar), sino que vio, escuchó y estudió a su personaje al punto que ahora hasta sabe firmar como «El Patrón». Y tuvo que echar mano de la psicología para entender a un hombre tan contradictorio. Los psicólogos le explicaron que era un antisocial-agresivo-sádico.

-¿Le ha enseñado algo el personaje de Escobar?

-Me mete al país en la cabeza, esa es la gran lección de haber estudiado a Escobar. Eso es lo que más le agradezco a la experiencia, haber tenido la oportunidad de entender más este país, de saber qué fue lo que pasó y cómo seguimos siendo una sociedad tan desigual y tan injusta. No sé hasta qué punto podamos decir que la lección se aprendió. En los colegios debería estudiarse ese fenómeno social, pero el tabú continúa.

Y por ser un tabú, a casi 20 años de la muerte de Escobar, Parra tuvo que enfrentar los señalamientos de gente que preguntaba dónde había dejado su ética al aceptar meterse en la piel de un hombre que tanto daño le hizo a Colombia.

«Eso es una burrada para mí. Es el reflejo de la ignorancia sobre lo que significa esta profesión. A los actores también nos cobija el juramento hipocrático: es nuestro deber interpretar cualquier personaje, sea ladrón, narco o no», esgrime.

Por el contrario, Andrés Parra está feliz de que se le haya presentado esta oportunidad única que lo dará a conocer fuera de Colombia. Hace días escribió en Twitter: «La emoción que me da cuando me miro al espejo totalmente convertido en Escobar es algo que no logro superar. ¡Gracias, vida!».

Para caracterizar al narco más famoso debe soportar que le peguen dos pelucas tan reales que dejan ver su cuero cabelludo (dicen que costaron dos mil dólares cada una). Pero no es todo, la peor parte viene cuando le toca zafarse del personaje: las dos pelucas deben ser despegadas en un proceso que le saca lágrimas. Una vez sin peluca, sin lentes de contacto, Parra es Parra, el mismo hombre de 34 años, solitario y con un gran sentido del humor.

«No creo en esos actores que se dejan afectar negativamente por el personaje. Es una pose. Un actor que se lleva el personaje a casa es como un cirujano que se desmaya con la sangre», ha dicho. «Yo no dejé que él me tragara, yo me lo tragué a él».

-Su otro reto fue interpretar a un personaje que todos conocen. ¿Prefiere a alguien real o un rol de ficción?

-Los dos los he disfrutado mucho. Los últimos tres personajes han sido basados en personas reales; lo hace más difícil pero también más interesante. Me gustan más los personajes reales porque hay más de donde coger, tiene más riesgos y es más complicado, pero es una delicia.

-Dijo que le gustaría interpretar a Hugo Chávez. ¿Acaso le gustan los personajes amados y odiados?

-Creo que tengo una debilidad por los personajes históricos, reales. Pero además me llaman la atención los personajes tan supremamente poderosos, porque logran reunir todos los matices humanos: lo bueno y lo malo, son inagotables. Me interesa saber qué tiene en la cabeza. Es un gran personaje, independientemente de que esté bien o mal lo que hace. Imagínate todo lo que uno podría hacer con Chávez. La locura y el poder, los secretos que debe tener. Como actor debe ser una cosa deliciosa de hacer.

Aclara Parra que Escobar, el patrón del mal «no es una serie de narcotráfico. Y ha sucedido un fenómeno rarísimo: la gente ha podido analizar qué tanto ha cambiado el país, qué tanto está la sombra de Escobar, que pasó de positivo y negativo. La serie tiene una importancia que se va a ir cuajando con el tiempo. Las mismas voces que nos criticaron por hacer apología de Escobar se han silenciado conforme avanza la serie. Se ha ido revelando como lo que es: un momento histórico, basado casi totalmente en hechos reales.

-Muchos de los personajes de la novela están vivos y tienen la posibilidad de «verse» en la tele. ¿Qué diría «El Patrón» si viera la serie?

-Conociendo su temperamento, me estaría haciendo ir a su finca, disfrazado, a actuarle. Y a tenerme en la mesa sentado comiendo. Diría que soy su doble. Pero si se le saliera lo demente, sería capaz de cogerme de comodín de él. Diría: «Yo necesito distraer a la policía, va usted de carnada». Acabaría yo en el techo muerto y él vivo, una vaina así (risas).

Uno de los personajes sobrevivientes es John Jairo Velázquez, alias «Popeye», sicario de Escobar, hoy preso. En una entrevista dijo sobre la serie «tiene la esencia». Y de la actuación de Parra fue más enfático: «Es increíble cómo actúa el que hace de Pablo Escobar, es una cosa del otro mundo. La primera vez que lo vi me sorprendí, pensé que lo estaba doblando. El mismo acento, la misma actitud».

-¿Cuál ha sido el mejor elogio? ¿El de Popeye?

-Tan lindo, jajaja. Viniendo de Popeye, el comentario coge un peso distinto. Es alguien que compartió con él mucho tiempo. Popeye también ha podido acabar con el sueño diciendo que Escobar no era así. Hubiera sido terrible para mí.

-¿No teme que el personaje lo signe por muchos años?

-No, porque soy joven y en mis planes no está el retiro. He tenido una suerte enorme de hacer personajes chéveres. Una de mis fortalezas es tener esa capacidad de transformarme. Cuando hice Anestesia me quedé con ese estigma como cinco años hasta que llegó Escobar. Aparecerá otro. Prefiero que mis personajes se maten entre ellos. Yo no me voy a pelear.

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