LA HISTORIA DE JUAN CARLOS GUZMÁN

Así fue la caída del colombiano rey de la estafa
Mi nombre es Jordi Ejarque Rodríguez, nací en Nueva York y soy ciudadano americano. Estoy esperando un taxi que me lleve hasta mi carro, que se quedó varado”.

Esa fue la última carta que se jugó Juan Carlos Guzmán Betancourt para tratar de eludir, una vez más, a la justicia. Pero no le funcionó.

Este colombiano, de 33 años, oriundo de Roldanillo (Valle) y buscado por las autoridades de por lo menos 15 países en tres continentes, que lo consideran uno de los más grandes estafadores del mundo, fue arrestado la tarde del pasado 21 de septiembre por cruzar ilegalmente la frontera entre Canadá y E.U.

En Colombia, según la Oficina de Interpol, no tiene cuentas pendientes. Pero a nivel internacional los cargos en su contra ocupan páginas enteras: está vinculado a 13 casos por estafa y hurto a lujosos hoteles en Francia; es prófugo de una cárcel de Irlanda, donde purgaba tres años y medio de prisión; fue capturado en el aeropuerto Heathrow de Londres con una tarjeta de crédito robada en Japón; fue procesado en Dublín por robo; está señalado de hurto por 350 mil dólares y allanamiento de morada en Las Vegas; detenido con una tarjeta de crédito robada en Miami y deportado tres veces de E.U. Y estos son solo algunos aspectos de su extenso prontuario.

Paradójicamente, si en E.U. no lo procesan por reingresar ilegalmente y por el caso de Nevada, sería deportado al país y podría quedar libre.

La historia Guzmán, a quien la prensa británica y el periódico The New York Post no dudan en comparar con el personaje que interpreta Leonardo Di Caprio en la película Atrápame si puedes, supera de lejos la ficción.

La primera vez que el nombre de Guzmán llegó a las páginas de periódicos fue en 1993, cuando se coló en un avión de pasajeros en Bogotá y viajó en el tren de aterrizaje como polizón hasta Miami, donde se presentó como un huérfano en busca de oportunidades. Su relató despertó la solidaridad de miles de personas en La Florida.

Año y medio después, en agosto de 1994, fue deportado y, al regresar a Colombia , ante los medios de comunicación no solo demostró su gran capacidad para la imitación de voces, sino también una extraordinaria habilidad para la mentira y la suplantación de personas. En esa época, ya se presentaba como sobrino de una ex Primera Dama o como el protegido de un importante industrial.

Guzmán, en realidad había crecido en las calurosas calles del Norte del Valle, al cuidado de la abuela materna, doña Aurelia Moncada, y de una tía que se llamaba Pilar, mientras que la mamá, Yolanda Betancourt, se ganaba la vida como doméstica.

Hoy, en Roldanillo nadie da razón de sus familiares y lo único que se sabe es que la abuela Aurelia se fue a vivir a Aruba.

La transformación “Estafador, artista del escape, políglota, poseedor de un carisma que hipnotiza y una docena de alias y de pasaportes falsos”. Así describió a Guzmán un periódico británico en el 2005.

Y es que el humilde muchacho que llegó a Miami como polizón se transformó con el paso de los años en una persona que habla cuatro idiomas, tiene finos modales, viste de Valentino y de Armani, usa relojes suizos y solía alquilar Rolls Royce con chofer.

En otras palabras, la fachada perfecta que le permitía presentarse como hijo de princesa alemana y de diplomático español, en otras oportunidades como un millonario árabe o a veces como descendiente de una casta gitana del sur de España.

A finales del 2004, suplantó a un millonario árabe que se hospedaba en el exclusivo hotel Mandarín Oriental de Londres, para ingresar a la habitación y hurtarle las pertenencias. El botín: 40 mil libras esterlinas (unos 123 millones de pesos), en dinero en efectivo, joyas y ropa de marca.

Diez días después, un agente de Scotland Yard lo reconoció en la calle. Para esa agencia de investigación, el arresto de Guzmán se había convertido en una prioridad y el agente había memorizado el rostro del estafador colombiano, en especial el característico lunar que tiene en medio de las cejas.

En el momento de ser detenido, Guzmán llevaba puesta una chaqueta de cuero, que había robado de la habitación del millonario árabe.

“No tiene dificultad alguna para asumir, según le convenga, otras identidades y es capaz de cambiar de nombre usando pasaportes falsos u otras formas de identificación para ocultar su verdadera identidad y viajar por Europa”, dijo el magistrado Michael Peart, que lo sentenció a tres años y medio de prisión.

Dos meses y medio estuvo Guzmán tras las rejas. La forma como se fugó avergonzó al sistema británico de prisiones. Aseguró que tenía una urgencia odontológica y los custodios le abrieron las puertas de la cárcel de par en par. El estafador salió a la calle protegiendo sus ojos del sol tras unas finas gafas marca Cartier y no regresó más.

De compras por Dublín A los pocos días, Guzmán apareció en el lobby del hotel Merrion de Dublín (Irlanda). Le escuchó a una empleada de la limpieza que esa noche iba a cuidar a los hijos de un huésped. El estafador se dirigió a recepción y después de agradecer por haberle conseguido “una niñera a sus hijos”, pidió un duplicado de la tarjeta-llave de su habitación, porque “había perdido la otra”.

Ya en la suite del huésped que suplantó, llamó a la operadora del hotel y le explicó que “sus hijos” le habían cambiado las claves de las cajillas de seguridad y que necesitaba a alguien que las abriera. En ese golpe se llevó los pasaportes de una familia de estadounidenses, 2.000 libras esterlinas y una tarjeta de crédito con la que compró joyas y un reloj Rolex Daytona avaluado en 11 mil libras (34 millones de pesos.

Llevaba puesto ese mismo reloj cuando la Policía irlandesa lo capturó en una joyería. Ante el juez se declaró culpable y logró que lo dejaran en libertad condicional, a pesar de que las autoridades británicas calcularon que en menos de 10 años, el botín que obtuvo Guzmán por robos en diferentes partes del mundo podría superar el millón de libras esterlinas: 3.000 millones de pesos.

Desde entonces, no se había vuelto a tener noticia de él, hasta que el 21 de septiembre pasado un agente de aduanas de E.U. alertó a la patrulla fronteriza, cerca de Canadá, por un individuo sospechoso.

El caso lo atendió el agente Peter Costas, quien en su informe indicó: “Guzmán declinó responder las preguntas de los agentes de la ley (…) le descubrimos un pasaporte español”. Una lectura electrónica de su huella digital reveló su verdadera identidad

Publicación
eltiempo.com
Sección
Nación
Fecha de publicación
4 de octubre de 2009
Autor
JAIRO BARÓN

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