Salomón, ex arquero de Atlético, participó de esos encuentros cuando militaba en Millonarios
EL PASADO. Ricardo Salomón cuando jugaba en Millonarios. |
Ricardo Salomón sabía perfectamente lo que viviría apenas pisó el suelo colombiano. “En el aeropuerto me esperaban cuatro hombres. Me hicieron subir a un auto para trasladarme a una oficina donde debía firmar un contrato. Cuando los observé bien, descubrí que entre las piernas llevaban ametralladoras. Ahí me pregunté: ¿qué hago acá?”, recuerda el ex arquero de Atlético. En 1987 él se incorporó a Millonarios, uno de los equipos más poderosos de ese país.
El “Turco”, como es conocido en el mundo deportivo, llegó al club en uno de los momentos más picantes. Un año antes, en medio de una crisis institucional, Gonzalo “Mexicano” Rodríguez Gacha, el segundo de Pablo Escobar en el Cártel de Medellín, había tomado las riendas y lo llevó a lo más alto, ya que logró los campeonatos de 1987 y 1988.
“Nunca tuve problemas con nadie y siempre me trataron muy bien. Los extranjeros vivíamos en otro mundo porque nos atendían muy bien. Nos entregaban departamentos lujosos, autos y nos ponían custodia. Me di el gusto de salir campeón con el club”, cuenta Salomón con timidez.
En la exitosa novela “Pablo Escobar, el patrón del mal”, el mundo del fútbol casi no se toca. Muy al pasar se menciona que el “Patrón” inauguró canchas de fútbol en los barrios marginales de Medellín. Sin embargo, el vínculo de este deporte con el narcotráfico regala tantas historias que podría generar una secuela con la misma cantidad o más capítulos de la que se está emitiendo.
Historias sorprendentes que hablan claramente del poder de estos señores de la muerte que ya no están para contar su parte de la verdad. Historias tan llamativas como que en pleno reinado de Escobar, Nacional de Medellín, en 1988, logró ser el primer equipo colombiano que conquistó la Copa Libertadores. Que América, el club bancado por el Cártel de Cali, perdió tres finales consecutivas del certamen más importante del continente, a pesar de los millones que aportaban los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela.
“Para mi padre el equipo era como un juguete y siempre quería tener el mejor”, comenta Fernando Rodríguez Mondragón, sobrino de los capos. “A pesar de lo que muchos pueden pensar, se gastaban calderillas (muy poco dinero). Mis tíos no matarían a nadie por un partido, pero Pablo Escobar mataría a quien hiciera falta para ganar un partido. Él era más poderoso porque era el más despiadado”, agrega en una entrevista que aparece en el documental “Los dos Escobar”.
Picaditos polémicos
Otra de las anécdotas más increíbles ocurrían en las fincas de los patrones o zares de la droga. Contrataban a los futbolistas más importantes del momento para que jugaran picaditos en sus tierras. Cuenta la leyenda que Escobar y Rodríguez Gacha, que en la serie televisiva es llamado el “Mariachi”, apostaban entre U$S 2 y U$S 3 millones sólo para aportarle un poco más de emoción al encuentro.
“Era más o menos así. Nos llamaban a los futbolistas que estábamos desocupados, nos buscaban y nos llevaban a jugar. A veces ellos también se prendían en los partidos. Después compartíamos un almuerzo y nos trasladaban hasta nuestros hogares. Nos pagaban, pero no puedo confirmar si ellos hacían apuestas. Eran muy reservado en ese aspecto”, agrega Salomón.
¿Jugaste con algunos de los zares de la droga?, se le consultó. “La verdad es que no sé. En esos tiempos no eran muy conocidos, pero seguro que ellos y su gente estaban ahí -sostiene-. No tenía relaciones con ellos, simplemente aceptaba la invitación. Era como ir a jugar un encuentro con amigos que terminaba con un asadito. No había nada extraño”.
La mayoría de los encuentros se disputaban en la finca Nápoles, de Escobar, o en el establecimiento de Rodríguez Gacha, en Bogotá. Allí los futbolistas se encontraban con verdaderas mansiones en las que se derrochaban lujo y ostentación.
Salomón confiesa que nunca se enfrentó a los astros del fútbol colombiano en esos encuentros, pero ellos eran habitués de esas reuniones. René Higuita (que estuvo más de seis meses en prisión por su vínculo con los narcotraficantes), Lionel Álvarez, Faustino Asprilla, Óscar Córdoba, Mauricio Serna y Freddy Rincón, entre otros, fueron algunas de las figuras que compartieron campos con los zares. Ellos también se trasladaron en 1991 hasta la exclusiva prisión La Catedral para reunirse con Escobar.
En pleno furor por la novela, trascendió el supuesto encuentro entre Diego Armando Maradona y el mismísimo Escobar. Siempre según las versiones que no fueron confirmadas ni desmentidas hasta el momento, el “Patrón” -a través de Guillermo Cóppola- logró que el astro lo visitara, jugara un picadito y compartiera un cálido almuerzo con el líder del Cártel de Medellín. La reunión, de acuerdo con el rumor, se produjo en la confortable prisión en la que se encerró a Escobar.
La relación de los futbolistas con los patrones tuvo un abrupto final el 2 de julio de 1994. Ese año, sicarios vinculados al Cártel de Cali asesinaron a Andrés Escobar, el capitán del seleccionado colombiano que había anotado un gol en contra en el Mundial de Estados Unidos.
Los motivos del crimen nunca fueron esclarecidos, pero siempre se especuló que fue porque el defensor les había provocado a los narcos una enorme pérdida en el negocio de las apuestas clandestinas.
Un sueño
Salomón se sorprendía por la cantidad de dinero que les regalaban a los futbolistas. “Siempre aparecía alguien y te entregaba dólares porque habías hecho un gol o porque jugabas bien. Cuando decidí volver al país, el vicepresidente me regaló 10.000 dólares porque le había comentado que tenía ganas de instalar un gimnasio”, explica el tucumano. Salomón defendió la camiseta del club por el que también pasaron Oscar Alfredo “Pájaro” Juárez -ex San Martín, actualmente coordina las inferiores de Real Cartagena-, Juan Gilberto Funes, Rubén Cousillas, Mario Vanemerak y Sergio Goycochea, entre otros.
Carlos Horacio “Semilla” Salinas salió campeón del mundo con Boca y fue transferido a Argentinos en el marco de la operación que llevó a Maradona al “xeneize”. Él también conoció las mieles del fútbol colombiano, ya que jugó en Independiente Medellín primero y en Pereira, después. El delantero, que actualmente está radicado en Buenos Aires, en varias entrevistas contó su experiencia en tierra “cafetera”: “cuando llegué no podía creer cómo me recibieron. Me dieron un departamento que tenía un portero con televisión para ver quien tocaba. También me entregaron un Mercedes Benz blanco descapotable. Pero también fue mi perdición. Ese fue el único lugar donde jugué drogado”. Contundente.