Por Juan Diego Restrepo E. Revista Semana / 28 octubre 2013
El Deportivo Independiente Medellín (DIM) llega a sus 100 años de vida y en un siglo son muchas las historias que se tejen alrededor de un proyecto enfocado en el fútbol.
Recabando información en archivos judiciales para mi trabajo periodístico me encontré unas pieza
s procesales que evidencian cómo esta institución quedó en medio de la guerra interna que libró el Cartel de Medellín a comienzos de la década del 90.
Todo comenzó cuando Pablo Escobar Gaviria desató a mediados de junio de 1992 una gran persecución contra todos aquellos que tuvieran bienes y dinero de propiedad de los hermanos Fernando y Mario Galeano Berrío, sus antiguos socios en actividades del narcotráfico.
Escobar Gaviria, recluido para esa época en la cárcel La Catedral, comenzó a intuir que sus socios en libertad, entre ellos los hermanos Galeano Berrío, no le estaban reportando todas las ganancias del narcotráfico. Para protegerse, comenzó a tomar medidas, entre ellas intervenir algunos de los negocios en los que, según él, aquellos tenían inversiones.
Así es como aparece en esa disputa el DIM. En una declaración rendida ante la Fiscalía General de la Nación 14 de agosto de 1996, en desarrollo de las investigaciones sobre los homicidios de los Galeano Berrío y su socio Gerardo Moncada a manos de Escobar Gaviria y sus hombres, José Rodrigo Tamayo Gallego, en ese entonces mayor accionista del equipo con el 65 % de las acciones, narró como el capo del Cartel de Medellín le arrebató el manejo de la institución, entre otras razones porque se creía que era testaferro de Fernando Galeano Berrío, de quien era amigo de infancia.
“Finalizando junio se presentaron en las oficinas del Independiente Medellín varias personas, no sé precisar las fechas, eran varias personas, fue a finales de junio, entre ellos el señor Guillermo Zuluaga a quien conozco, ya que fue una de las personas a quienes yo compré los derechos del Independiente Medellín… Estos señores se presentaron a decirme que si era cierto que yo pensaba vender al ‘Pibe’ Valderrama, a lo cual les contesté que sí, que yo lo pensaba vender o que lo iba a vender para poder pagar la nómina ya que el equipo no clasificó al octogonal y por esta razón eran cinco meses sin ingresos, no había taquilla, no había nada. Ellos me dijeron que yo no podía vender ningún jugador y que el Señor, aunque no me dijeron el nombre yo sé que se referían a Pablo Escobar, me mandaba a decir que le tenía que entregar el equipo y que él me iba a mandar una plata para que no me enojara o brincara”.
En pocos minutos, el accionista firmó los papeles que los emisarios de Escobar Gaviria llevaban y sus acciones quedaron en manos del Cartel de Medellín: “me trajeron un poder y unos documentos que ellos elaboraron a su modo, ni los leí, ya que no se trataba de un negocio sino que me estaban era quitando el equipo, yo firmé el papel que me dieron y el señor Zuluaga me dijo que lo mejor era que dejáramos eso así. Yo al otro día cogí los niños y la señora y me fui del país… eso fue entre el 24 y el 25 de junio de 1992, más o menos”.
Mientras que el 65 % de las acciones quedaban en manos del Cartel de Medellín, en otro lado de la ciudad, una semana después, la sede del equipo, ubicada en el corregimiento de San Antonio de Prado, en el sur del Valle de Aburrá, se convertiría en un “centro de investigaciones” de los hermanos Galeano, luego de que se enteraran que varios hombres les habían robaron 20 millones de dólares. El hurto se perpetró el 28 de junio de 1992 en una residencia del barrio Santa María, de Itagüí, donde había sido instalada una caja fuerte debajo del piso, en un costado de la sala. La casa estaba habitada por una familia de confianza de los hermanos Galeano Berrío.
Una vez la señora de la casa le informó a Fernando Galeano Berrío del robo, comenzaron a investigar el asunto y desde la sede del DIM iniciaron la búsqueda de los responsables. En diversos expedientes judiciales aparecen testimonios de Carlos Mario Alzate Urquijo, alias ‘El Arete’, quien describió cómo transcurrieron los días posteriores al robo del dinero.
En una indagatoria rendida el 24 de junio de 1993, alias ‘El Arete’ le confirmó a la Fiscalía que “el centro de operaciones para eso era la sede del Deportivo Independiente Medellín, otra era la finca del dueño del gimnasio Ferraro… esa finca quedaba por ahí a un kilómetro debajo de la sede del Medellín”.
“La investigación –continuó este sicario- consistía que cualquier indicio sobre la participación de cualquier persona en dicho hurto se cogía y se llevaba a las sedes que mencioné anteriormente y se les preguntaba primero por las buenas y si no daban ninguna aclaración entonces se iba a las malas…. A mí me tocaba recoger la información, yo era como analista, y ‘Semilla’ y ‘El Ñato’ eran los que hacían las torturas”.
‘El Ñato’ al que hace referencia Alzate Urquijo es nada menos que Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, el confeso narcotraficante que purga una condena de más de 30 años en Estados Unidos, y quien tuvo bajo su comandancia los bloques Cacique Nutibara, Héroes de Granada y Héroes de Tolová, de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Alias ‘Semilla’ era su hermano Rodolfo, asesinado en Medellín en el año 2000.
De acuerdo a la descripción que hiciera Ramón Restrepo Ruiz, el administrador de la sede del DIM, a la Fiscalía en declaración dada el 18 de julio de 1996, el lugar, para esa época, tenía “cancha de futbol, cancha de microfútbol, cancha de basquetbol, gimnasio, piscina, salón para reuniones, casa de habitación grande, tiene una casa pequeña, y tiene lo que se llama camerinos”.
Para el año de la declaración de Restrepo Ruiz, la sede del equipo rojo era de propiedad de Rafael Galeano Berrío, uno de los sobrevivientes de los ataques de Escobar Gaviria contra su familia, quien al parecer siempre estuvo al margen de los negocios ilícitos de sus hermanos, y quien le compró la propiedad a Rodrigo Tamayo Gallego, una vez éste retornó al país meses después del mencionado traspaso de las acciones del DIM.
Durante los agitados días de búsqueda de la plata, el administrador observó situaciones extrañas en el predio: “Lo más extraño que yo vi allá, que nunca había llegado a ver, fue varios muchachos con armas, no sé qué armas, si revolver o pistola, entraban y salían”.
Las pesquisas del clan Galeano Berrío permitió establecer que el robo de los 20 millones de dólares había sido cometido por varios hombres que trabajaban para Mario Alberto Castaño Molina, ‘El Chopo’, uno de los sicarios del Cartel de Medellín. Por tal razón, Fernando Galeano y Gerardo Moncada Cuartas, pidieron una cita en La Catedral para hablar con Escobar Gaviria. Ambos narcotraficantes subieron el 3 de julio y allí fueron asesinados. Lo que vino después fue una guerra muerte.
El administrador de la sede del DIM le dijo a la Fiscalía que después de todos esos hechos, la sede quedó sola: “allá no va nadie, solo se baña mi familia y mis cuñadas”.
*Periodista y docente universitario.