Publicado el 08-31-2013
El tenor colombo-americano, quien alguna vez se codeara con los más grandes narcos, busca contar su historia de superación para educar a una nueva generación de colombianos
POR BEATRIZ E. MENDOZA
DIARIO LAS AMÉRICAS
MIAMI.- A los 31 años, Mateo Blanco tiene aún muchos sueños por cumplir pero el que le desvela por estos días es el de dar a conocer su historia. Su vida sería como la de muchos otros cantantes que quieren abrirse paso en el mundo de la música, de no ser porque en su niñez Mateo estuvo muy cerca de grandes narcotraficantes como Pablo Escobar y Griselda Blanco.
Este joven estadounidense de padres colombianos empezó oficialmente su carrera como tenor en 2009 cuando lanzó en Colombia su primer trabajo discográfico titulado “Mateo 7:24” del cual sobresalió el sencillo “Llenitas de amor”. Ha estudiado música e ingeniería de sonido en la Florida Atlantic University y en el instituto Full Sail, respectivamente.
En entrevista para DIARIO LAS AMÉRICAS Mateo reveló que canta desde muy pequeño y que además tiene visiones o sueños que le permiten entrever el futuro. Es por esa razón que muchos narcotraficantes lo buscaban, y continúan buscándolo, para que les diera luces sobre sus negocios o sus vidas personales.
“A mí me llaman muchos para que les diga el futuro, pero yo les digo que ya no hago eso y aunque cambie mi número de teléfono siempre me ubican”, afirmó.
En una de las canciones de su primer disco, “A través de tu mirada”, habla de sus visiones. “Si uno no tuviera pensamientos y sentimientos puros y claros en el corazón no podría tener estos sueños. Yo no tengo sentimientos oscuros, me refiero a la rabia, el temor, la ira, el rencor, el odio”, recalcó.
Mateo afirmó que creció muy cerca del mundo de la mafia. “Griselda Blanco estuvo presente en mi nacimiento en Miami”, dijo y explicó que años después se enteró de su parentesco con la “Reina de la coca”. Según contó, Griselda Blanco era en realidad la hija ilegítima de su abuelo: “Yo le decía ‘Tía’, porque los más cercanos le decíamos así, pero no sabía hasta qué punto lo era”.
Según relató, Griselda Blanco quería que él fuese su sucesor. Aseguró que de pequeño sus padres se fueron a vivir a Medellín y se crio allí. “Me entrenaron en todo tipo de actividades malas, necesarias, según ellos, para que me convirtiera como en el príncipe de la mafia”.
Y continuó: “Lo que yo fui lo que soy, lo que seré siempre me va a acompañar. Siempre digo lo mismo: ‘Soy experto en armas pero no lo ejerzo’”.
“Me han invitado a hacer muchos negocios turbios pero yo siempre digo que si me quiere invitar a algo que me inviten a cantar. Me fascina estar en un escenario, me fascina el entretenimiento”, dijo emocionado.
Mateo pudo entrever el mundo del entretenimiento cuando visitó en una ocasión el restaurante Lucca, ubicado en Palm Beach y frecuentado por ricos y famosos. Narró que sitió un deseo imperativo, como una premonición, de trabajar en ese lugar y habló con el encargado quien, a pesar de que no tenía experiencia, lo contrató. Durante cinco años trabajó como cocinero en el lugar.
Su secreto para cocinar era estar feliz y alegre y cantar todo el tiempo. “Yo siempre estaba cantando algo de Bel Canto mientras revolvía una sopa”. En una ocasión el expresidente de EEUU, George Bush Sr., se presentó en el restaurante y Mateo le cantó “El cóndor pasa”. Después de su interpretación, Bush aseguró que quería una foto con él a
lo que el joven respondió: “No, yo quiero una foto con usted”. Mateo continuó asegurando que fue gracias a ese encuentro que el presidente Bush lo ayudó a conseguir una beca en la FAU.
“Pablo Escobar tenía una foto a la que llamaba ‘La humillación’ en la que se le ve frente a la reja de la Casa Blanca. Por esa época la DEA lo estaba buscando en Medellín. Él decía que esa era la gran humillación de los gringos. Pero yo lo veo de otra manera. La humillación fue para él, pues tuvo que resignarse con estar fuera de la Casa Blanca. Yo, sin embargo, logré llegar al corazón de uno de sus presidentes”, dijo.
“La gente cree que teniendo dinero puede lograr grandes cosas. Yo, sin armas ni dinero, logré llegar al corazón de la Casa Blanca. Ahora quiero contar mi historia porque veo mal a la juventud y para educar a la nueva generación de jóvenes colombianos. Quiero hacer algo por mi país”, aseguró.