Escobar quería usar el país como base para la distribución de la droga
Serie colombiana narra la conexión entre Pablo Escobar y los sandinistas
Wilfredo Miranda Aburto | 4/6/2013
Pablo Escobar Gaviria llegó a Nicaragua en una avioneta repleta de cocaína. Lo acompañaba su piloto personal Adier Berriman Seal y un nervioso socio que dudaba de que el negocio con el gobierno revolucionario sandinista cuajara.
– ¿Y entonces cómo es la cuestión, Pablo? ¿Cómo es la negociación con los sandinistas? El socio preguntaba ansioso mientras la pequeña aeronave surcaba el cielo. – ¿No será que nos están esperando con tres fusiles para extraditarlos a los Estados Unidos?, insistía el hombre.
Escobar, el narcotraficante más temido y poderoso de su tiempo, como si estuviera dirigiéndose a un niño inocente, soltó una explicación que no logró calmar al azorado socio.
-Oyeeeé, Gonzalo, yo no creo que eso vaya a pasar. Todo está bien cuadraó. Además no se le olvide que los sandinistas son hombres de izquierda, odian a los gringos. Entonces no se preocupe.
El motor de la avioneta iba forzado. Los paquetes de cocaína mermaban la capacidad de carga y Escobar, cuyas andanzas han sido inmortalizadas en la serie de televisión Escobar, el patrón del mal, perdía la paciencia con el socio que ahora decía que odiaba a los de izquierda.
-¡Entonces bájese o me cambio de silla! ¿Qué hacemos, man?, gritó Escobar. El socio calló de inmediato. Al fin y al cabo era una orden del “patrón”. De esas que si se desobedecían se pagaban con la vida. Así lo demuestra la serie que ayer se estrenó en Nicaragua y, que como en Colombia y otros países donde se ha proyectado, se espera que reviente los ratings.
Escobar, el patrón del mal fue producida por Canal Caracol entre 2009 y 2012. El costo de su elaboración sólo es comparable con las excentricidades de su protagonista. Se calcula que cada día de rodaje costó 164 mil dólares.
En Colombia la serie causó revuelo, en parte gracias a una mega campaña publicitaria que antecedió al estreno. Sus productores afirmaron que la historia sería contada desde la perspectiva de las víctimas. El efecto, sin embargo, no fue el previsto. El mismo hombre que sembró el terror se infiltró nueva e ingeniosamente en un país que aún relame las heridas sin sanar. “Es un canto al triunfo de un criminal, que es ya, por otra parte, un personaje casi mitológico, venerado como un santo en las comunas y los barrios populares de Medellín, desde donde se hacen peregrinaciones para orar y poner flores en su tumba”, escribió el periodista Antonio Caballero en Semana, de Colombia.
Es durante el capítulo 25 de la serie que Escobar mantiene la conversación antes descrita con el socio nervioso. Nicaragua estuvo dentro de los planes de Escobar para usarla como punto de escala y base para la distribución de la droga. La avioneta repleta de cocaína aterrizó en 1985 en la Pista de Los Brasiles con el consentimiento de los revolucionarios, expone la serie.
El capo negocia con los soldados que pagará mil dólares por cada kilo de coca trasegado. El pacto se cierra y hasta el mismo Escobar descarga los fardos de “merca”. Mientras la transacción se efectúa, desde la cabina de la avioneta, Adier Berriman Seal, toma fotos. El piloto, en realidad un agente de la DEA, traiciona al patrón.
Las fotos de Berriman son publicadas y sirven como prueba mundial de que los sandinistas hicieron negocios con el jefe del Cartel de Medellín. La serie interrumpe este hecho y prosigue el relato con el regreso de Escobar a Colombia ordenando la muerte de un secuaz que no pudo matar a otro secuaz “sapo”.
Esta relación del sandinismo con Escobar ha dado cabida a varias conjeturas sobre este episodio. Virginia Vallejo, amante del célebre narcotraficante que murió baleado encima de un tejado en 1993, en un libro de su autoría relata que un asistente de Tomás Borge, llamado Federico Vaughn, era la conexión entre Escobar y el gobierno revolucionario.
En su momento, Borge refutó esta versión al periodista Octavio Enríquez. En una entrevista el fallecido comandante negó que Vaughn fuese su asistente. “Entiendo que él trabajaba en el Ministerio del Interior en el área de compra y venta de artículos para el Gobierno, pero no era mi asistente. Estoy seguro que es un hombre honrado”, declaró Borge.
Según el relato de Vallejo, “el patrón” estaba interesado en que los sandinistas le presentaran a Fidel Castro. Quería tranzar negocios con el régimen de la isla por la facilidad geográfica para transportar droga a Miami. Ante esta afirmación, Borge también negó que Escobar alguna vez visitara Nicaragua, contrario a los rumores de que hasta vivió meses en el país.
El capítulo 26 la serie muestra a Escobar negociando con un militar cubano. Al parecer sus pretensiones, como todos sus deseos, se cumplieron tras su paso por Nicaragua. Eso es lo que sugiere Escobar, el patrón del mal. Pero las conjeturas es mejor que usted, lector, las saque. Sólo deberá sintonizar Canal 2 de lunes a viernes a las nueve de la noche. Y como diría el mismito “patrón”, “¡Hágale, parce! ¿Sí o sí?”.