“Hay víctimas lucrándose indebidamente con la imagen de mi papá”
Hace casi 20 años que el líder del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, fue abatido en el tejado de una casa en el barrio Los Olivos. Sin embargo se habla de él mucho más que cuando estaba vivo, pues constituye una especie de leyenda que la humanidad no deja morir. Se trata de una fascinación inexplicable que en algunos casos pasa a ser veneración, como ocurre en los sectores más populares de Medellín, donde Pablo regaló casas a familias que vivían en basureros y construyó decenas de canchas de fútbol, una de sus pasiones.
Criss Monterrey| Especial para LaPatilla.com
En Colombia el fenómeno Escobar desata reacciones diversas, porque es odiado y amado en la misma medida. Pareciera que la segunda opción triunfa, a juzgar por la cantidad de material que sobre “el patrón” se consigue en las calles: libros, franelas, pulseras, gorras, álbumes de barajitas y hasta ringtones. En las radios colombianas causa furor un “remix” en el que Escobar invita a las chicas a pasar el fin de semana en su Hacienda Nápoles. Sin duda alguna Escobar es un gran negocio, pero ¿acaso sus herederos han dado autorización para ello? Sebastián Marroquín, antes Juan Pablo Escobar, primogénito del capo, asegura en una de sus primeras entrevistas para Venezuela que no. “Si yo me dedicara a luchar contra todo el que se lucra con la figura de mi padre tendría que ser un hombre de guerra. Esta historia no termina nunca, hemos visto de todo”. La queja incluye a la telenovela de moda, Escobar el patrón del mal, para la cual nadie pidió su opinión. “Me molesta que violen nuestros derechos y los de la familia con total impunidad, que usen el nombre y la imagen de mi papá, más allá de que sea un personaje público, nosotros jamás los hemos autorizado. A base de argucias legales le restan credibilidad a su proyecto y al país”.
Como una manera de desmitificar al llamado Zar de la Cocaína, Sebastián Marroquín decidió utilizar la imagen de su padre para enviar un mensaje contrario a lo que se ha mostrado sobre Escobar en los últimos 30 años: que el narcotráfico no tiene nada de bueno. De esta manera nace Escobar Henao, una línea de camisas en la que se grafican documentos personales no conocidos hasta ahora del narco, pero acompañadas con peculiares frases como “¿De qué te sirve un nombre si estás en la lista de los más buscados?”.
El hijo mayor de Escobar le encuentra sentido a la contradicción. “Esta familia es la última en entrar al negocio de la explotación de la imagen de mi padre, la diferencia es que desmitificamos al superhéroe de las drogas que crearon los medios de comunicación. Hay muchos personajes parecidos a él que actúan incluso con mayor violencia y nadie dice nada. Creo que hay que tener una mirada más amplia del problema, ver cómo está diseñada la democracia. Las situaciones de extrema pobreza llevan a la gente a buscar soluciones de ese tipo ante la falta de oportunidades. Esto no justifica la violencia, pero Pablo es consecuencia de cómo está diseñado el país”.
Fabricadas con materiales de alta calidad, Escobar Henao está presente con su bandera de paz en Los Angeles, New York, México, África, Australia, India, Sudáfrica, Chile, Ecuador y ahora Venezuela a través de www.escobarhenao.com. “Mi proyecto se diferencia de todos los que existen sobre Pablo Escobar. Es el primero en el mundo que utiliza su imagen como un puente hacia la crítica y la autorreflexión, no como una oda, lo ponemos sobre la tierra y le decimos a los jóvenes que esa historia no debe repetirse, no los alentamos a convertirse en Escobar como sí lo están haciendo otros productos”.
El proyecto ha desatado críticas en Colombia por parte de las víctimas, que rechazan el hecho de que el hijo de Pablo Escobar tome la imagen del capo para comerciar, pese a que ninguna de las prendas se vende en ese país. “No odio a Pablo Escobar, no soy un juez para decidir lo que mi padre hizo bien o mal, pero me pongo en la postura autocrítica de su historia para utilizarlo como vehículo de comunicación. Fui el primero que tuvo la opción de seguir los pasos de mi papá y fui la primera persona en rechazar esa opción para escoger un camino diferente. Me encantaría tener la fórmula mágica para no herir a las víctimas”.
De Medellín para el mundo
Escobar Henao es, según la descripción que presenta en su web, una empresa que produce prendas de vestir con las cuales transmitir mensajes de paz, convivencia pacífica y de bien a los jóvenes de hoy a través de la industria de la moda. Bajo esta premisa, parte de las ganancias de la compañía son invertidas en Colombia a través de aportes que van dirigidos a dar cultura, arte y educación a familias que lo necesitan. “Fuimos discriminados para ayudar. Queremos dar absoluta transparencia con donaciones directas a empresas que se han dedicado por décadas a ello en Colombia, pero no fuimos aceptados. Por eso contactamos con familias que están a punto de caer en garras de la violencia, no tienen educación o no están conectados ni con el arte ni con la cultura. Les hacemos llegar computadoras, pagamos tratamientos de salud, damos sillas de ruedas… La idea es hacerlo en toda Colombia, y ojalá pudiéramos hacerlo en cada país donde llegan nuestras prendas”.
Marroquín añade que la empresa quiere contribuir al desarrollo de Colombia, por eso las franelas se fabrican allá. En otros países la producción sería muchísimo más económica, pero a juicio del joven empresario, “estamos convencidos de que brindar ayuda laboral a nuestros compatriotas es mejor, es una persona menos en la violencia”.
La colección Poder Poder muestra documentos personales de Escobar, acompañado por una frase escrita con su propia letra. “La caligrafía la sacamos de cartas que me escribía. Graficamos por ejemplo su libreta de ahorros porque la gente se pregunta cuánto dinero tenía, y así tumbar el mito que crearon los medios con su presunta fortuna. Estamos invitando a los jóvenes a pensar que el negocio del narcotráfico no es tan rentable como se piensa porque podrías perder tu vida, libertad y la de tu familia. Queremos generar un debate, y lo estamos logrando”. Sebastián comenta con orgullo que uno de los países con mayor interés en la marca es Venezuela, de donde recibe numerosas peticiones vía internet, y afirma que una vez superados ciertos problemas con las aduanas, los seguidores de su propuesta pueden obtener los productos vía www.escobarhenao.com.
Peor que los Pepes
El 19 de junio de 1991 Pablo Escobar se entregó a las autoridades en La Catedral, una cárcel de máxima seguridad, una vez que logró negociar su no extradición. Para dicha entrega su hijo jugó un papel importante. En un comunicado a los medios, el jefe del cartel de Medellín declaró: “Deseo con mi sometimiento a la justicia rendir también un homenaje a mis padres, a mi irreemplazable e inigualable esposa, a mi hijo pacifista de 14 años, a mi pequeña bailarina sin dientes de 7 años y a toda mi familia que tanto quiero”.
Ser pacifista ha sido la opción de vida de Sebastián desde entonces, además de la Arquitectura y el Diseño Industrial, carreras que estudió en Argentina, país que lo recibió junto a su familia y su nueva identidad al salir de Colombia. “Yo no pude parar a mi papá, pero sí discutía con él para que abandonara la violencia como camino. Eso ayudó a su entrega. Con su fuga todo quedó en el mismo lugar, pero en ese momento hubo la intención, un gesto suyo como respuesta a mis discusiones frontales frente a la violencia. No puedo como hijo hacerme responsable por los daños que él causó al país. A mi papá no lo paraba nadie, sólo la muerte. No pudo toda la policía del planeta, menos iba a poder un niño de 14 años cambiar su actitud”.
Aunque ha sido investigado prácticamente desde su nacimiento, Sebastián Marroquín no tiene manchas en su expediente, más allá de las acusaciones de lavado de dinero que un contador hizo en Argentina, por lo cual él y su mamá, ahora María Isabel Santos, purgaron condenas cortas en la cárcel. “Ese caso a la larga se cerró a nuestro favor. Aquí nos han investigado hasta la saciedad pero no pudimos ser condenados porque hay inocencia para ser defendida y fue demostrada ampliamente. Involucró años aclarar el origen de nuestro dinero junto a Interpol y la DEA. Queremos recuperar nuestros derechos como personas de bien”.
Mucha gente cree que por ser familia de un hombre que según la Revista Forbes era el séptimo más rico del mundo, sus herederos nadan en la opulencia. Nada más alejado de la realidad. Los Marroquín Santos viven de su trabajo en suelo argentino. Pero sin duda alguna, el mito es el mito. Incluso John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, el último sicario de Escobar que queda con vida, lanzó duras acusaciones contra Sebastián Marroquín, de quien afirma heredó el imperio criminal del famoso narcotraficante. “Él no me conoce, habla de cuando yo era niño y tengo como 25 años que no lo veo. ¿Cómo puede alguien de 14 años dirigir el Cartel de Medellín? Él siempre habló maravillas de nosotros y casualmente ahora recuerda detalles que pudo haber contado en su libro y no lo hizo. Aquí lo que se evidencia es que el Instituto Penitenciario de Colombia ha fallado en la labor de reeducar a los presos, porque Popeye aún dice que se muere por salir a descuartizar y matar gente. A él se le ha dado un protagonismo que no tiene. Se autodenomina como jefe de sicarios, ¿y sabes cuántos tuvo mi papá? CIENTOS. Como es el único sicario vivo del Cartel de Medellín se abroga el derecho a decir que es dueño de la verdad pero no es así”.
Sebastián explica que Popeye entró a la organización criminal en 1989, por lo que no entiende su protagonismo en delitos cometidos en años anteriores. “Yo ya fui investigado por la justicia de Colombia, jamás me he negado a ello y no soy culpable de nada. Quiere involucrarme en la muerte de un capitán de la DIJIN y ese caso se desbarató a nivel judicial porque no hay pruebas. Mi expediente está limpio. Popeye no es más que un bandido”.
“Respondo por mis actos”
Recientemente la sociedad colombiana se sorprendió ante la insólita demanda que Luz María Escobar, hermana del capo Pablo Escobar, interpuso contra el diario El Espectador, la revista Cromos, Caracol Televisión, el exalcalde de Medellín Alonso Salazar y los creadores de la serie Escobar el patrón del mal. Luz María acudió a la acción de tutela para reclamar su derecho a la dignidad, el buen nombre, la privacidad e intimidad, identidad social, igualdad y propiedad intelectual que la serie de televisión y dos publicaciones en El Espectador y Cromos, supuestamente habían vulnerado.
La indignación no se hizo esperar, pues fue justamente Pablo Escobar Gaviria quien ordenó el asesinato del director del Espectador, Guillermo Cano, por denunciar reiteradamente sus acciones criminales, y también mandó a dinamitar la sede del diario y atacó su pauta comercial haciéndole atentados a quienes anunciaran en El Espectador. Finalmente, luego de días de discusión, la demanda fue declarada improcedente por un juez civil de Medellín.
“No tengo ninguna relación con la familia de mi padre, tenemos diferencias que no nos permiten llevar una relación normal de familia. En este caso algunos periodistas generalizan. No dicen que fue la hermana de Escobar sino ‘la familia de’, y ahí volvemos a ser protagonistas de una noticia que no nos corresponde. Yo respondo por mis actos, no por los de ellos. No coincido con los términos de esa demanda, que además fue muy mal planteada”.
Como colombiano y pacifista, Sebastián Marroquín tiene la esperanza de que el proceso de paz entre el gobierno de su país y las FARC llegue a buen término. “Al igual que todas las veces que se mencionó el tema anteriormente, espero que esta vez sí se pueda concretar. Celebro que haya un diálogo respetuoso, directo y franco para que se pueda dar fin a una guerra que nos tiene sometidos a todos los colombianos desde tiempos inmemoriales. Creo que estamos ante una oportunidad histórica para resolver esta situación, y si no es así, la única salida es la de la oposición en bloque del pueblo colombiano”.
noviembre 3, 2012 9:00 am