Magdalena medio, un dilema entre la tradición violenta de un pueblo y la riqueza natural que albergó las ambiciones de Pablo Escobar. Ubicada en esa región, la Hacienda Nápoles fue la construcción de un sueño a medias.
“El cielo, la selva y las montañas de ese lugar son privilegiadas, las aguas cristalinas, los ríos tibios y de mármol, esos no los hizo Pablo, los hizo Dios, un paraíso natural desde donde se le mire”, estas son las palabras de José Guillermo Palacio, un periodista conocedor del Magdalena medio, ese mismo paraíso que un día sirvió de escenario para que Farc, autodefensas, y narcotráfico iniciaran su protagonismo en la guerra colombiana.
Llena de riqueza natural, dicha región fue elegida por el capo del narcotráfico colombiano Pablo Escobar Gaviria, para hacer real un mundo aparte, ese en el que combinaría la casa de recreo con su centro de operaciones ilegales y al que llamó Hacienda Nápoles. Dos caras que se han disputado el protagonismo a través de la historia.
Conquista del capo
Finalizando los 70, la construcción de la autopista Medellín – Bogotá representó no solo la llegada del progreso a municipios como Puerto Triunfo, también la de Pablo Escobar, conocido como empresario, quien montado en su motocicleta, en compañía de su primo Gustavo Gaviria, vio en los predios del corregimiento de Doradal la posibilidad de materializar lo que el mundo conoce hoy como Parque temático Hacienda Nápoles.
Su afán por llevar a cabo la construcción de un emporio agroindustrial lo llevó a elevar sin complicaciones los precios de tierras que, sin estar en venta, le dieron enormes ganancias patrimoniales. Fue Jorge Tulio Garcés quien le vendió la mayor parte de las tierras a Pablo el empresario. Según Francisco Sánchez, ex funcionario de la alcaldía de Puerto Triunfo, La Paz, Portugal, Lusitania, Las Julias, El Porvenir, Valledupar, La Perla y Honduras, son algunos de los predios que Escobar logró hacer suyos.
Para dicha época, en la que la procedencia de su gran fortuna era desconocida, el proyecto creció en manos de unos mil trabajadores. Trasplantó árboles, construyó doce lagos intercomunicados, sistema hidráulico, pista para aviones medianos, helipuerto, canchas, parques, plaza de toros y casa de campo.
El desaparecido INDERENA (Instituto Nacional de Recursos Ambientales) le concedió la licencia de ingreso de animales exóticos al país. Todo, según Sánchez, fue legal, “pues él solo era un empresario con dinero”, aun así cuando el ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) se los decomisaba, cualquier trabajador de Escobar compraba de nuevo a sus pupilos y los regresaba a la finca. Sin reparos legales la cercana base aérea de Palanqueros vio aterrizar cuatro hipopótamos en un avión Hércules de la segunda guerra mundial, traídos desde el zoológico San Diego, en California. Debido a su reproducción, hoy son 27 los herbívoros que habitan en los lagos intercomunicados y tres se hicieron famosos por su fuga y posterior cacería a través del Magdalena medio en años recientes.
Muchos aún se preguntan como a manera de arca de Noé aparecieron los protagonistas de su sueño: especies exóticas herbívoras, como canguros de Australia, dromedarios del Sahara, elefantes de la India, jirafas e hipopótamos de África, búfalos de la pradera de EEUU, vacas de las tierras altas de Escocia, llamas y vicuñas del Perú. Para Palacio, además del don que acompañaba su nombre, Pablo tenía otro don especial que convertía en realidad todo lo que soñaba: “La coca mete una jirafa en una avioneta y un elefante en un Renault 4”. Quiso complementar su zoológico con la construcción de animales prehistóricos (como dinosaurios) que, a escala real, vio crear en siete años a manos de Fernando Montoya, el diseñador que de hacer las vallas de publicidad en la hacienda, se convierte en el artífice de las construcciones más admiradas en la historia de Nápoles.
Ocaso de un narcoparaíso
En 1982, escobar inicia su protagonismo delincuencial, siendo su consentida Nápoles, el lugar donde se trazó gran parte del conflicto armado en la región del Magdalena medio y se definió la expansión de grupos paramilitares, afirma el académico y periodista Juan Gonzalo Betancourt, ya que no solo trajo al mercenario israelí Yair Klein, para entrenar a los paramilitares, también se reunió con el grupo guerrillero M19 para planear la toma del Palacio de Justicia y quemar los expedientes que comprometían al narcotráfico, además de ser el espacio en el que se propició la tregua entre el M19 y el cartel de Medellín.
Ramón Isaza, como jefe paramilitar anticomunista, rechazó la presencia del narcotráfico en la región, por ello siempre tuvieron enfrentamientos el narcotraficante establecido en la hacienda e Isaza, en la zona de Doradal. Una guerra que, según Palacio, quedó empatada.
Entre 1988 y1990 el Estado colombiano, aliado con EE.UU, lo buscaría en la hacienda, pero su mente calculadora destinó en Nápoles sus propias rutas de escape.
Falta tierra, sobran testaferros
El área de la hacienda comprendía 3.538 hectáreas. Escobar no hizo englobe de los predios, catastralmente la mayoría de estos figuraron a nombre suyo y otros en testaferrato, pues en su afán de adquirirlos no hacía trámites legales, por dicha razón se facilitó la expropiación de los terrenos que aparecían a su nombre, equivalentes a 1.244 hectáreas. Pero 64 por ciento de los terrenos se encuentran hoy en manos de testaferros que lograron legalizarlos al momento de la extinción, hecho que para muchos es considerado un botín de guerra.
En 1991 la hacienda fue incautada por el cuerpo élite de la policía. Los abogados del Estado hicieron el proceso de extinción de dominio un año después de la muerte de Escobar, esa que fue considerada la única guerra que perdió contra los Pepes, organización criminal que ha sido relacionada con el gobierno.
En 1994 se dio el fallo definitivo, pasando la hacienda Nápoles a manos de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE). Magdalena Torres, funcionaria de la UGAN Umata de Puerto Triunfo, dice que Victoria Eugenia Henao, esposa de Pablo Escobar, apeló en dos ocasiones al Estado para quedarse con la hacienda, pero no lo logró.
Por falta de cuidado los animales empezaron a morir, los grandes fueron trasladados entonces a zoológicos del resto del país como Pereira, Cali y Barranquilla, los hipopótamos fueron los únicos que no pudieron ser capturados.
Mediante la resolución 0037 del 16 de diciembre del 2005, el municipio de Puerto Triunfo quedó a cargo de 765 hectáreas, después de presentar proyectos productivos justificables que se podrían llevar a cabo en dichos terrenos. A través de las Naciones Unidas estudiaron el apoyo a los desmovilizados, beneficiándose con el cultivo de ají a las familias de los mismos y desplazados de la comunidad. 299 hectáreas fueron destinadas al entonces llamado ministerio del Interior y de Justicia para la construcción de una cárcel de máxima seguridad.
Hoy es parque temático
La hacienda se convirtió en el blanco de los saqueos, en busca de caletas y dinero que nunca encontraron, dejando en ruinas lo que un día la ambición levantó. El municipio encargado de la custodia se vio imposibilitado para controlar los daños ocasionados, por tal motivo realizó un contrato de arrendamiento con la firma ATECSA por 20 años, una empresa familiar de la ciudad de Medellín, reconocidos en la región por más de tres décadas. No se hizo proceso de licitación, puesto que si se abría una, serían los narcos los que tratarían de quedarse con las tierras, según dijeron las autoridades.
ATECSA se comprometió a pasarle al municipio el 10 por ciento de las ganancias. La entidad privada bajo el nombre de Parque Temático Hacienda Nápoles, ha pretendido crear un gran atractivo turístico que no tendría la misma efectividad si se le hubiese cambiado el nombre a la hacienda. Oberdam Martínez, su administrador, reconoce que es el peso histórico de la vida del narcotraficante en dicho lugar lo que atrae al turista.
El periodista Germán Castro Caycedo, quien alguna entrevistó a Escobar, opina al respecto: “utilizan un ángulo depravado de la historia para hacer negocio, con la misma berraquera pueden promover el parque sin hablar de Nápoles”.
Una de las temáticas principales del parque, aparte de los safaris, es mostrar la casa de Escobar como un museo a la memoria de las víctimas de la narco guerra, esa que hoy está en ruinas y en la que se exhiben los delitos cometidos por el capo. No pretende reconstruirse, hecho polémico algunos no comparten, como Palacio: “el gobierno debió ser absolutamente pulcro y respetuoso, lo que están haciendo hace parte de un discurso político. Construir el gran parque que pudo haber soñado ese señor y, con dineros legales, ayudar a las víctimas, era lo correcto. Uno no le va a devolver la vida a nadie pero si se repara un poco el daño”.
Las vías que llevan hacia la hacienda hoy son turísticas, con el nivel de protección que no tenían antes del polémico programa de Seguridad Democrática. Muchos se preguntarán por qué una zona con presencia de paramilitares en la última década, tiene ahora su mayor auge económico y turístico. Es pertinente recordar que el ex presidente Álvaro Uribe, la cabeza visible de dicho programa y 64 congresistas de su coalición son investigados por paramilitarismo, y fue durante ese mandato que se mantuvo vigente un cambio en la tradicional inseguridad de las vías.
¿Será capaz el gobierno Santos de mantener la seguridad lograda en la autopista Medellín – Bogotá sin acudir a la ayuda de grupos al margen de la ley? ¿O estará condenada dicha región a conservar un progreso solo por medio de la ilegalidad? Mientras tanto, la Hacienda Nápoles sigue recibiendo cada fin de semana a centenares de turistas que, no sin cierto morbo, recorren los espacios que hace unos años eran el sueño de uno de los más temibles y astutos asesinos de la historia del narcotráfico en el mundo.