Sebastián Marroquín, habló sobre su vida actual y la relación que tuvo con su padre.
El arquitecto colombiano Sebastián Marroquín es hijo de Pablo Escobar, uno de los narcotraficantes más conocidos en el mundo y muerto en 1993. Marroquín construyó una vida completamente opuesta a la que vivió cuando niño al lado de su padre. No obstante, el recuerdo del contacto temprano con las drogas aún es fuerte: «Mi padre me enumeró todas las drogas posibles, cómo eran presentadas, qué efectos tenían, cómo se consumían, cuánto valían, cuáles eran sus efectos colaterales… Yo tenía nueve años y él me dio una clase magistral sobre drogas», dijo Marroquín en una entrevista exclusiva concedida a Terra en Sao Paulo, Brasil.
Con su esposa embarazada, Marroquín se propone utilizar la misma estrategia de abordar el tema de las drogas con su hijo pues considera que fue eficaz con él. «Lo voy a educar de la misma forma que lo hizo mi padre conmigo, que me habló desde muy temprano sobre las drogas», dijo. En cuanto a la edad, el colombiano dice que no va a esperar hasta la adolescencia de su hijo: «hay que empezar temprano. Los niños de hoy van mucho más rápido que nuestra generación».
Pablo Emilio Escobar Gaviria, nacido el 1º de diciembre de 1949, es considerado el traficante más famoso de la historia. Fue fundador del Cartel de Medellín y se hizo mundialmente conocido por ser violento, ambicioso y poderoso. Actualmente es tema de una serie televisiva en Colombia. Tuvo colecciones de autos antiguos, motocicletas carísimas, obras de arte, casas extravagantes con grifos de oro y hasta un zoológico privado.
Fue muerto el 2 de diciembre de 1993 durante una acción realizada por el Bloque de Búsqueda, un cuerpo especial conformado por la Policía, el Ejército y unidades antidroga de Estados Unidos durante el gobierno del entonces presidente César Gaviria, luego de que el narcotraficante se fugara de la prisión La Catedral. Escobar fue alcanzado por las balas en el techo de una casa mientras intentaba huir.
Marroquín, quien manifiesta estar a favor de la legalización de las drogas, cuenta también en esta entrevista que la vida del narcotraficante está lejos del glamour mostrado en la ficción del cine.
Una serie televisiva colombiana sobre la vida de su padre provocó una división de opiniones. Algunos consideran que la producción exalta la figura del narcotraficante. Otros se pronuncian por el rescate de la memoria histórica de las víctimas. ¿Cuál es su visión? ¿Fue consultado como fuente de la historia?
No, absolutamente nadie me consultó. Ni siquiera pidieron autorización para tratar sobre la historia de mi familia. Creo que están enviando un mensaje equivocado a los jóvenes, están diciendo que ser narcotraficante tiene glamour y eso es un peligro para las nuevas generaciones, que pueden malinterpretar este mensaje e ingresar al mundo violento de las drogas.
¿Cuál es la realidad de un narcotraficante?
Primero, no es tan buen negocio como parece. Uno puede perder su vida, la de sus familiares, su libertad y las posibilidades de triunfo son muy pocas. Sé de pocos narcotraficantes que están bien. La mayoría están muertos.
¿Qué heredó de su padre?
Preservar y conservar las cosas positivas, las buenas intenciones para los más necesitados. Básicamente eso. Tengo muchos recuerdos. Como hijo recibí mucho amor de mi padre.
¿Es verdad que el dinero heredado por su familia debió gastarse para pagar a la mafia, pues únicamente así ustedes podrían tener una vida tranquila?
Sí. Siempre que un narcotraficante muere vienen los antiguos amigos y enemigos para cobrarle a la familia los costos de la guerra.
La muerte de Escobar no cambió nada
Usted y su familia vivieron más que nadie la guerra contra las drogas. ¿Cree usted que la legalización puede cambiar el panorama de violencia?
Ceo que hace 40 años que se lucha y que se ha declarado una guerra contra las drogas. Es una guerra que ya cobró muchas víctimas; ha colaborado para la violencia, que cada vez es mayor y más fuerte. Los narcotraficantes de hoy tienen un mayor poder de violencia, de corromper instituciones democráticas y de amenazar a la democracia. Lo que antes parecía un juego, hoy es algo muy peligroso y está incorporando a muchos jóvenes y derramando mucha sangre en toda Latinoamérica. Aplicar por cuarenta años una misma fórmula con resultados cada vez peores es un indicio para repensar efectivamente la manera en que se está combatiendo. Es un problema de salud pública que no puede ser tratado como un tema militar.
¿Cómo combatir al narcotráfico?
Creo que se debe elaborar una estrategia conjunta. No se debe hablar únicamente de despenalizar el consumo. Se tiene que tratar el problema por completo, no sólo una parte. La educación es muy importante, pero ha sido ignorada y no se le asignan recursos económicos. Si se hubiera invertido en educación la mitad de los recursos destinados a la guerra contra las drogas los resultados serían mucho mejores que la violencia y la cultura del terror que estamos viviendo. Creo que militarmente es imposible resolver esta cuestión.
¿Cómo fue su vida luego de la muerte de su padre?
Pude reinventarme gracias al apoyo de mi madre, de mi esposa y de mi hermana, además de la educación que recibí en otro país. Fueron momentos muy difíciles. Fui amenazado de muerte hasta el último momento, estuve en encuentros de los que creí que no saldría vivo. No quería responder más por los delitos de mi padre. Argentina fue un país generoso. Nos abrió las puertas y nos permitió vivir allí. Pudimos mudarnos y estar lejos de la violencia del mundo en el que estábamos sumergidos.
¿Hubo algún cambio en la sociedad colombiana o en las operaciones del narcotráfico después de la muerte de su padre?
Lamentablemente la muerte de mi padre no cambió nada. La estructura del narcotráfico en Colombia aún es muy grande. Tampoco la muerte de otros grandes «capos» cambió algo. Murieron decenas, centenas… Ya estamos algo cansados de escuchar que el cartel tal fue destruido, que ahora viene otro cartel de otro lado, de otra ciudad o de otro país. Sólo cambian las personas, los nombres, pero la historia es la misma.
¿Cómo ve hoy a su padre?
Fue mi gran amigo, un gran consejero; un hombre que me dio mucho amor y que tenía buenas intenciones, pero que lamentablemente en sus negocios, el narcotráfico, estaba muy vinculado con la violencia. Terminó destruyendo todas sus intenciones y desviándose del camino hacia la violencia. Es muy triste lo que sufrimos los colombianos en las décadas de 1980 y 1990.
¿Cuáles son los principales factores que llevan a un joven a comenzar a consumir drogas?
Creo que hay diversos factores. La droga llega a toda la sociedad, sin importar el nivel socioeconómico. Es muy importante recibir amor, buena educación sobre las drogas desde muy temprano, pues los niños se están acercando cada vez más a las drogas y no tienen información; no saben los efectos y consecuencias negativas que tienen sobre ellos y sus familias. La droga no distingue posiciones sociales. Afecta a todos, desde familias de presidentes, hasta los más pobres de Latinoamérica. Todos deben tener mucha información, educación y campañas de prevención. Definitivamente es algo que no se resuelve con balas.
Del hijo al nieto
¿Cuál es el papel del gobierno y de los padres?
Considero que todos deben trabajar. Los padres también deben ser educados sobre las drogas, educados sobre cómo enseñar a sus hijos acerca del peligro de entrar al mundo de las drogas. El conjunto tiene que trabajar para generar una sinergia que permita que todos enfrenten el problema, sin armas.
¿Con educación e información para los jóvenes, la legalización reduciría el número de usuarios y traficantes?
Se requiere de una estrategia conjunta. No se puede trabajar de forma aislada. No puede estar la sociedad de un lado, el gobierno de otro y la familia pensando otras cosas. Debe haber una unificación de criterios. No quiero nunca decir que las drogas son buenas, pero la prohibición las hace aún peores. Circula droga de mala calidad. A la cocaína, por ejemplo, le ponen vidrio para aumentar el volumen. No hay control de calidad. Debido a la prohibición, las drogas son mucho más destructivas de lo que son normalmente.
¿La prohibición incentiva a los jóvenes a comenzar a drogarse?
Sí. Ese es el primer atractivo. Si no quiero mostrar algo te digo que está prohibido ir a tal lugar. Eso despertará tu curiosidad y así llegarás a probar. En definitiva, se produce el efecto contrario. Cuando se prohíbe en realidad se está incentivando que más gente y más jóvenes sientan curiosidad. ¿Qué es eso?, ¿qué me están escondiendo?
¿Cómo abordará usted el tema de drogas con su hijo?
Lo educaré de la misma forma en que lo hizo mi padre conmig. Desde muy temprano mi padre me habló sobre los peligros de las drogas. Cuando yo era muy pequeño me llamó para contarme sobre sus peligros. Me dio una clase magistral sobre las drogas. Voy a adoptar esa misma estrategia, sin duda. Mi padre me enumeró todas las drogas posibles, cómo eran presentadas, qué efectos tenían, cómo se consumían, cuánto valían, cuáles eran sus efectos colaterales… Yo tenía nueve años. Hay que empezar temprano, pues los niños de hoy son mucho más rápidos que nuestra generación. Hablo sobre esto con mucha propiedad, pues he visto cómo se destruyó mi familia.
¿Qué diferencia hay entre los narcotraficantes del pasado y los de hoy?
Los traficantes actuales trafican mucho más que los de antes. El negocio creció y es un atractivo para muchos. Siempre que muere un narcotraficante hay muchas personas que quieren ocupar su lugar. Las personas estás dispuestas a matar para conseguir fortuna con el negocio. Las clases más pobres, las que no tienen un trabajo digno, siempre son las que están más vulnerables. Si las personas más necesitadas tuvieran la oportunidad de un trabajo se puede evitar que muchos sigan el camino de las drogas como una forma de vida. En un mundo legalizado desaparecería la corrupción; no sería necesario que continuara la corrupción. Ya ocurrió con el alcohol y con el tabaco. Matamos por alcohol y tabaco. Finalmente fue mejor adoptarlos como parte de la humanidad, siendo drogas más peligrosas. El alcohol y el tabaco están legalizados.
Por todo lo que vivió, ¿qué mensaje le daría a los consumidores y a los que piensan en el narcotráfico como algo glamuroso?
El negocio del narcotráfico parece muy rentable porque se ve mucho dinero, autos atractivos, mansiones, etc. Sin embargo, todo es muy breve. No dura mucho. Los narcotraficantes terminan muertos. Un día estaba con mi padre escondido. Teníamos mucho dinero guardado, muchos millones. En cierto momento se terminó la comida y nadie tenía la libertad de tomar dinero de allí para comprar comida. Empezamos a morirnos de hambre, rodeados de millones de dólares. Hay que pensar dos veces antes de creer que el dinero es la solución para todos los problemas.
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