Por Christian González / 28 de mayo de 2012 •
Pablo Escobar fue futbolero desde que empezó a escucharse su nombre en los sectores más complicados de Medellín, allí a comienzos de los años ochenta ‘el capo’ le daba al pueblo lo que necesitaba en el momento, comida, techo y diversión, creó canchas de fútbol para los niños de marginados bajo el programa ‘Medellín sin Tugurios’ y varios jugadores de Atlético Nacional y el DIM se dieron a conocer en el fútbol precisamente gracias al apoyo que brindaba Pablo al fútbol.
Leonel Álvarez fue uno de ellos junto a ‘Chonto’ Herrera y Alexis García, el primero de ellos citó en el documental ‘Los dos Escobar’ que era preferible que se crearan canchas para los menos favorecidos en lugar de llenarlos de drogas u otras cosas que podrían desviar el camino, “que bueno que le regalaran a uno canchas y no vicio”, estos jugadores finalmente terminaron siendo campeones de la Copa Libertadores y base de una Selección Colombia que marcó la historia del fútbol colombiano.
El fútbol fue la mejor salida para el narcotráfico
Las abundantes transacciones por la droga en Colombia llenaron bodegas de dinero y la única forma de librarse la encontraron en el fútbol, la venta de boletería y la contratación de jugadores fue clave en el lavado de dinero que se vivió durante la época de los ochenta, donde Escobar fue uno de los que más aprovechó la situación ya que su dinero se destinó para los dos equipos de la ciudad y la gente llegaba a los estadios gracias a su aporte.
Sin embargo, la inyección de dineros ilícitos en el fútbol ayudó para que creciera en el país para que luego fuera reconocido en el mundo y para que varios jugadores de calidad llegaran a Colombia atraídos por los altos salarios que se pagaban aquí pero que jamás eran registrados obviamente para evitar sospechas por sus pagos.
«La llegada de dineros calientes sirvió para pagarle bien a los jugadores de aqui y traer extranjeros, con eso el fútbol también subía» afirmó, al documental ‘Los dos Escobar’ Francisco Maturana, quien en ese entonces era técnico de Atlético Nacional.
Alexis García le dijo a los Zimbalist (creadores del documental que fue emitido en 2010) que eso contribuyó a la época dorada del fútbol colombiano, gracias a que los jugadores nacionales que eran bien pagados obviamente se desempeñaban mejor en la cancha, motivados por sus salarios y la llegada de extranjeros que firmaban contratos en pesos para recibir su pago en dólares.
Sin discriminación Pablo ayudó a verdes y rojos en Medellín
Escobar apoyó sin mesura los dos equipos de su ciudad, Atlético Nacional e Independiente Medellín se vieron beneficiados por los dineros del narcotráfico durante esa época, aunque directamente nunca se hizo socio o presidente de alguno de los clubes, si tuvo gente de su entera confianza al mando durante algún tiempo.
El capo, tras inaugurar una de sus canchas en Medellín, tomó la palabra y vinculo a los dos equipos de la ciudad a su programa que seguramente a la vista de todo el mundo no tenía nada de ilícito. “Me complace anunciar que hemos vinculado a los equipos Atlético Nacional e Independiente Medellín a esta noble campaña” según quedó registrado por las cámaras presentes ese día y de donde se pudo extraer las palabras textuales del capo, todo esto hace parte del archivo que se recopiló en torno a Pablo Escobar en la Hemeroteca Nacional.
En el DIM estuvieron Pablo Correa y Héctor Mesa quienes años después iban a ser encontrados muertos por una supuesta venganza entre mafiosos. En Atlético Nacional estuvo la familia Botero Moreno, quienes tuvieron un monumental ascenso de capital precisamente durante la época que Pablo empezaba a mostrar su devoción por el fútbol.
Escobar vs Gacha, un millón de dólares al ganador
El fútbol tocaba fibras sensibles de los grandes narcotraficantes del país en esa época, en Medellín estaba Escobar y en Bogotá estaba Gonzalo Rodríguez Gacha con Millonarios, según cuenta Jaime Gaviria, primo de Pablo en el documental de los hermanos Zimbalist ‘Los dos Escobar’ el mandaba traer los jugadores de Nacional a sus fincas donde los felicitaba por sus triunfos y aparte de todo los invitaba a jugar en privado.
Durante esos juegos privados, aseguran que los dos narcos realizaban apuestas hasta de un millón de dólares por ganar partidos donde citaban a todos los jugadores de sus respectivos equipos y como en cualquier partido de barrio cada uno de los capos pedía el jugador que quisiera sin importar mezclar las camisetas. Al final cada jugador se iba con su pago por hacer parte de esos partidos.
Los jugadores le dieron más que fútbol a Escobar
El único que quedó registrado ante las cámaras fue René Higuita cuando visitó en la cárcel ‘La Catedral’ al narcotraficante como muestra de apoyo, sin embargo más adelante Faustino Asprilla aseguró a Michael y Jeff Zimbalist en el documental expuesto por primera vez en Nueva York, que todos los jugadores de la Selección fueron a visitarlo y por ley del capo terminaron jugando un partido, pues a Escobar cada vez que lo visitaba gente del fútbol le gustaba jugar algunos partidos.
Puede que la lista de jugadores que fueron adeptos al capo durante esa época fuera interminable debido a la pasión con que vivía Escobar el fútbol, sin embargo, pocos han sido los capaces de contar su nexo con el narco, pero no queda duda que gran parte de los íconos del fútbol colombiano del momento tuvieron algún tipo de acercamiento con sus comodidades.
La plantilla de Nacional fue una de las que más contacto tuvo en esa época con el narco, los jugadores eran invitados a jugar en privado y a disfrutar de los beneficios que ofrecía Escobar a su equipo del alma. «No le estoy diciendo que a mi me tocaba llevarme a todos los jugadores de Nacional para la finca donde estaba Pablo y allá les daba sus premios por haber ganado la Copa Libertadores» aseguró Jaime Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar y fuente confiable respecto a las historias del capo.
La creación de espacios y canchas para deportistas en Medellín fue el primer nexo que creó Escobar con los futbolistas, pues les dio muchos lugares para mostrarse y luego posicionarse en el FPC.
1989, El año sin estrella en el fútbol colombiano
Pablo Escobar pagó cara su pasión y en Medellín terminó con el campeonato de ese año gracias al asesinato del juez de línea Álvaro Ortega, quien durante la noche del miércoles 15 de noviembre en el Atanasio Girardot formó parte del cuerpo arbitral que pecó tras el resultado final, pues favoreció al América de Cali y perjudicó al DIM, algo que molestó bastante a Escobar quien estuvo en la cancha esa noche y dio la orden de ejecutar al árbitro.
«Ese día yo estaba al lado del patrón y América de Cali le ganó al Medellín con la mano del árbitro. Pablo quedó muy ofendido y le ordenó a ‘Choco’ que buscara al árbitro para matarlo» contó John Jairo Velásquez, alias ‘Popeye’ y uno de los más firmes seguidores de Escobar en su época en el documental.
El hecho despertó miedo en los demás árbitros de Colombia, ‘los momentos que presencié no me permiten ahora dirigir un partido de fútbol por eso presento mi renuncia como árbitro Fifa’ dijo Jesús Díaz quien se salvó milagrosamente del atentado contra Ortega en Medellín. (tomado del periodico El Tiempo del mes de noviembre de 1989)
La Dimayor tuvo que tomar medidas drásticas presionados por la Conmebol y la Fifa, quienes mostraron su preocupación por la situación que vivió el FPC durante esa época. Finalmente en una asamblea extraordinaria citada el viernes 17 de noviembre de 1989 por Alex Gorayeb, presidente en ese entonces de la división mayor del fútbol local, se tomó la decisión de cancelar el torneo y dejarlo como un vacio en la historia de nuestro fútbol.
La decisión también se toma conforme a la carta que emitió el Ministro de Educación de esa época, Manuel Francisco Becerra, quien expresa su rechazo a la continuidad del torneo tras las recientes amenazas y agresiones que sufrían por ese tiempo los árbitros. «El Gobierno Nacional no permitirá la utilización de los escenarios para el torneo profesional de fútbol, hasta cuando los protagonistas del mismo de manera voluntaria y espontánea manifiesten que no sufren de algún tipo de amenaza o intimidación» publicada por el periódico El Tiempo en su edición del día viernes 17 de noviembre de 1989.
El repudio internacional se hizo visible en Italia
Las acciones terroristas en el país llegaron al fútbol para mancharlo, y despertaron en el ámbito internacional un fuerte rechazo más que todo en Italia, precisamente donde paralelo a la decisión que se estaba tomando en Colombia por suspender el torneo tras el asesinato del árbitro Ortega. En el país europeo se emitían duros comentarios referentes a nuestro fútbol y todo previo a la Intercontinental que se jugaría en el mes de diciembre entre Atlético Nacional y Milán.
El periodista Maurizio Guirici fue el que despertó la polémica en Italia lanzándole al presidente del Milan, previo a la final de la Intercontinental, que si jugaba contra Nacional sería apoyar la mafia “significará que está ayudando al narcotráfico” y a esto respondió el presidente del equipo italiano “Milan jugará y ganará para derrotar la parte sucia del mundo”.
En Colombia las declaraciones pegaron fuerte en los diarios del país aunque se le dio poca trascendencia por el problema que se vivía por esos días. El Tiempo y El Espectador en sus publicaciones de esos días sacaban apartados con los distintos titulares y comentarios que se hacían principalmente en Europa por la situación del fútbol colombiano.
La ausencia de Pablo se sintió
Pablo Escobar murió, el narcotráfico decayó y los clubes empezaron a sanearse tras lo ocurrido en el 89, el fútbol colombiano perdió protagonismo, los grandes jugadores extranjeros dejaron el país obviamente por la carencia de salarios y algunos jugadores que vivieron a plenitud la época de los narcos terminaron años más tarde víctimas de la violencia. Andrés Escobar, Albeiro Usuriaga y Felipe Pérez fueron parte de ese Atlético Nacional campeón en el 89 de la Libertadores.
Escobar en el fútbol también fue ‘ángel y demonio’, por un lado contribuyó a la formación de futbolistas y alimentó el espíritu deportivo con la creación de espacios para jugar y por otro lo llenó de miedo, intranquilidad y muerte, todo por su pasión al juego y la incapacidad de tolerar una derrota, viviendo bajo el orden del dinero como camino a la victoria.