(Rionegro, 1 de diciembre de 1949 – Medellin, 2 de diciembre de 1993), fue el más poderoso narcotraficante colombiano conocido. También ejerció como politico y fue elegido Senador suplente para el Congreso de la Republica de Colombia en 1982.
Como líder del cartel de Medellín, fue el jefe máximo de la mafia colombiana. Con el comercio de cocaína hizo la fortuna más grande del país. Apodado «el Zar de la cocaína», se creía que su fortuna era valuada entre los 5 y 10 mil millones de dolares, pero recientes hallazgos han hecho ver que la venta de drogas le trajo beneficios de entre 20 y 25 mil millones de dólares, entrando en la lista de las 10 personas más ricas del mundo.
Es considerado el peor criminal en la historia de Colombia, donde las autoridades lo vinculan al asesinato de más de 4.000 personas (su principal sicario y «brazo derecho», Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, lo vincula a más de 5.500 asesinatos).
Organizó y financió una extensa red de sicarios y con sus actos terroristas (carros bomba en las principales ciudades) desestabilizó al país y se constituyó en uno de los criminales más buscados del mundo a comienzos de los años ’90. Tras fugarse de la cárcel, en julio de 1992, el Gobierno de Colombia destinó unos cuatro mil efectivos e ingentes recursos para recapturarlo hasta que, luego de 17 meses de intenso rastreo, lograron localizarlo en un suburbio de Medellín, donde murió abatido por la policía.
Infancia
Se crió en el seno de una humilde familia de trabajadores. La madre era maestra de primaria y el padre cuidador de fincas. Escobar no era muy diferente a otros colombianos de su edad: un apasionado del fútbol, placer que le quitaba tiempo para estudiar, aunque se destacaba en disciplinas artísticas.
La mayor parte de su infancia la vivió en las cercanías de los Montes de María, persiguiendo venados para cazarlos con su padre.
Inicios en el crimen organizado
Los comienzos de Escobar en el crimen organizado se dieron lenta pero inexorablemente, y a lo largo de su carrera criminal, se valió de una extraña mezcla de violencia, sangre, paternalismo y filantropía para lograr sus fines. Mientras, por un lado, eliminaba sin piedad a sus competidores, ordenaba asesinatos, estimulaba intrigas o conspiraba contra figuras influyentes de la política o el gobierno, por el otro, regalaba sandwiches a los mendigos, erigía casas para los pobres de Medellín o construía canchas de fútbol para los niños de los tugurios, lo que le proporcionaba un fuerte apoyo popular en los barrios pobres de la ciudad.
Escobar comenzó con pequeños timos y hurtos. Al contrario de lo que se decía, no tenía un negocio de bicicletas ni robaba lápidas para revenderlas, ya que era creyente desde muy pequeño, al igual que su familia, y esto hacía que tuviese mucho respeto a los espíritus. Años más adelante construiría varias iglesias, campos de fútbol y reconstruiría la ciudad con los ingresos de la «coca». A medida que fue creciendo se involucró con el hurto de autos en las calles de Medellín, pero pronto se involucró en el tráfico de marihuana hacia los Estados Unidos. Se le involucró en el secuestro y homicidio del industrial Diego Echavarria Misas en 1971, y del capo del narcotráfico Fabio Restrepo en 1975. Primero actuaba como intermediario que compraba la pasta de coca en Colombia, Bolivia y Perú, y luego vendiéndola a traficantes que la llevaban a Estados Unidos. En la década de 1970 se convirtió en una pieza clave para el tráfico internacional de cocaína. Asociado con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder, Jorge Luis Ochoa y sus hermanos Fabio y Juan David, fundó el Cártel de Medellín, aunque no se discutía su liderazgo en el grupo. Se adueñó de pistas, rutas, laboratorios y monopolizó el comercio ilegal desde la producción hasta el consumo.
Posteriormente llegaría a acumular una fortuna superior a los tres mil millones de dólares y a ser el séptimo hombre más rico del mundo según la revista Forbes. Fue dueño de una de las haciendas más extensas de Colombia, llamada Hacienda Nápoles, que se convirtió en su centro de operaciones. En esta hacienda reunió más de 200 especies de animales exóticos para la región, como hipopótamos, jirafas, elefantes, cebras y avestruces, todos ingresados al país como fruto del soborno a las autoridades aduaneras, lo que no impidió la difusión televisiva del inmueble en un reportaje propagandístico. Era aficionado a los automóviles lujosos y, después del atentado perpetrado por sus enemigos del Cártel de Cali, se encontraron más de 40 autos deportivos en el estacionamiento del edificio Mónaco en Medellín, donde vivía parte de su familia. Es difícil calcular la totalidad de sus bienes raíces como edificios, oficinas, fincas, locales comerciales y casas, pero algunos datos hablan de más de 500 predios de su propiedad. También poseía helicópteros, motocicletas, lanchas y varias avionetas para transportar la droga a través de la difícil geografía colombiana.
El Cartel de Medellín fundó el grupo MAS (Muerte a Secuestradores) como respuesta a los secuestros y acciones guerrilleras en su contra; de acuerdo con documentos de la Brigada Antidroga de los Estados Unidos (DEA, Drug Enforcement Administration) el MAS fue fundado en 1981 por el Cartel de Medellín, al cual se vincularon también, después de la muerte de Pablo, Carlos Castaño y su hermano Fidel, luego conocidos comandantes paramilitares.
Actividades políticas
A fines de los años ’70 (o a principios de los ’80) comprendió que debía crear una «pantalla» a fin de proteger su lucrativo comercio de drogas. Comenzó a cultivar una imagen de hombre respetable, a contactarse con políticos, financistas, abogados, etc. Sin saberse con certeza de sus verdaderas intenciones, Pablo Escobar construyó muchas obras benéficas para los pobres, entre ellas 50 canchas de fútbol, un barrio entero llamado «Medellín sin tugurios» y otro llamado «barrio Pablo Escobar».
Impuso la ley de «plata o plomo», por la cual muchos miembros del gobierno, policía y militares colombianos o aceptaban la «plata» (dinero) o les caía una lluvia de «plomo» (balazos).
Se ganó, mediante la intimidación, el apoyo que lo llevaría a ser electo como Senador por el movimiento Alternativa Liberal, después de haber sido expulsado junto con Jairo Ortega Ramírez, del Nuevo Liberalismo que había fundado Luis Carlos Galán. Por su rango de congresista suplente, fue invitado en 1982 a la toma de posesión de Felipe González, el tercer presidente de la España democrática post franquista, por el empresario español Enrique Sarasola, quien tenía importantes negocios en Medellín.
De esta forma, en su mejor momento logró acumular gran influencia en múltiples estamentos legales, civiles, económicos, religiosos y sociales de Medellín, de Antioquía y del país.
Pero su «pantalla» empezó a derrumbarse en 1983, cuando el periódico El Espectador publicó una serie de notas que revelaban lo que realmente se ocultaba detrás de Pablo Escobar. El Congreso, que en un principio mostró una actitud vacilante, le quitó su inmunidad parlamentaria, y se abrió el camino para que las autoridades empezaran a perseguirlo.
Período de violencia
En 1983, tras los artículos de El Espectador, fue expulsado del movimiento político y denunciado por el entonces Ministro de Justicia colombiano Rodrigo Lara Bonilla, a quien presuntamente mandó a asesinar en 1984, dando inicio a un período que ha pasado a la historia como el «narcoterrorismo».
Entre sus crímenes más notorios se encuentran:
Ordena del asesinato de Guillermo Cano, director del periódico El Espectador (17 de diciembre de 1986), con el fin de intimidar a los periodistas de dicho diario, y, por extensión, a toda la prensa colombiana.
Ordena asesinato del pre-candidato presidencial Luis Carlos Galán[2] (18 de agosto de 1989), partidario de permitir la extradición de los narcotraficantes a los Estados Unidos, y considerado como entre los mejor posicionados para hacerse con la candidatura del Partido Liberal. En este asesinato también se involucra a Alberto Santofimio y al General Miguel Alfredo Maza Márquez (director del servicio secreto), el primero señalado como coautor intelectual del hecho, y el segundo como coautor pasivo, al debilitar la escolta del candidato, cambiándola por guardaespaldas inexpertos. Santofimio, luego de 3 años y unos meses preso, recobró su libertad en octubre de 2008, tras ser declarado inocente. Maza se entregó a las autoridades en agosto de 2009.
Hace estallar el vuelo 203 de Avianca[3] (27 de noviembre de 1989) con el fin de matar al entonces candidato César Gaviria (quien no subió al avión por consejo de sus asesores), con un saldo de 107 muertos.
Al mes siguiente, coloca un coche bomba al frente del edificio del DAS, la policía secreta colombiana (6 de diciembre de 1989), buscando acabar con su director, el general Miguel Alfredo Maza Márquez, quien salió ileso a pesar de que la edificación quedo semidestruida. Dicho atentado le costó la vida a aproximadamente 70 personas y causó centenares de heridos.
Tras amedrentar a los gobiernos de Virgilio Barco (1986 – 1990) y de César Gaviria (sucesor de Barco en 1990) mediante la violencia, y debido a la mediación del padre Rafael García Herreros, se entregó a la justicia colombiana en junio de 1991, con la condición de no ser extraditado a los Estados Unidos (para lo cual se realizó una reforma a la Constitución de Colombia). Fue recluido en «La Catedral», una cárcel en el municipio de Envigado, dotada con todo tipo de lujos según las especificaciones de Escobar, y desde donde siguió delinquiendo, ejecutando incluso a viejos compañeros de la mafia en sus instalaciones, como los hermanos Moncada y los Galeano. El 20 de julio de 1992 se fugó tranquilamente, tras haberse enterado de que iba a ser trasladado de prisión.
El asesinato de los Moncada hizo que personas en la mafia y en los paramilitares conformaran un grupo que se hizo llamar «Los Pepes» («Perseguidos Por Pablo Escobar») y que utilizó las mismas tácticas para enfrentar al capo. Pusieron bombas en sus edificios, asesinaron a sus abogados y profundizaron el baño de sangre que sufría Colombia. Los hermanos Castaño también tuvieron una disputa con Escobar, y Fidel Castaño se convirtió en jefe de operaciones de Los Pepes. Después de las muertes de Escobar y de Fidel Castaño a causa de un balazo de rifle propinado por un integrante del EPL en 1994 en el norte de Colombia, Carlos Castaño lograría convertirse en la cabeza paramilitar.
Fue uno de los peores asesinos de la historia colombiana. La configuración de su estructura criminal dio origen a la conformación de los grupos paramilitares, con todos sus métodos de ajusticiamiento y torturas. Varios de los mandos medios del cartel de Medellín se convirtieron en jefes paramilitares, entre ellos se encuentra Diego Fernando Murillo alias Don Berna.
Muerte
Tras la fuga de Escobar, las autoridades colombianas crearon el «Bloque de Búsqueda», un cuerpo conformado por la Policía Nacional, el ejército y los cuerpos antidroga de Estados Unidos. El Bloque de Búsqueda se dio a la tarea de localizar a Escobar hasta que, después de un año y cuatro meses de intensas labores de inteligencia, el 2 de diciembre de 1993, consiguó rastrear dos llamadas que Escobar le hizo a su hijo. Al estar acorralado intentó escapar, pero fue muerto por uno de los oficiales de la policía, junto a uno de sus sicarios alias «Limon».
No obstante, de su muerte existen varias hipótesis:
Policías observan el cadáver de Pablo Escobar, abatido a tiros cuando intentaba escapar por el tejado de la casa donde se ocultaba.Sería acribillado por todo el Bloque intentando huir. Esta escena es representada por un cuadro de Botero.
Escobar se daría un tiro debajo de la oreja, lo cual se vio en la exhumación del cadáver; se cree esta versión por el lema de Los Extraditables: «Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos».
No es cierto que un francotirador del grupo los «Pepes» le disparó. Este disparo fue propinado por un oficial de la DIJIN que conformaba el Bloque de Búsqueda.
El coronel Hugo Heliodoro Aguilar lideró el grupo de asalto que llegó a la casa que previamente unidades de inteligencia de señales de la DIJIN habían radiolocalizado con tecnología francesa y británica adquirida por la Policía Nacional en 1991 y operada por oficiales y suboficiales de inteligencia de la Policía Colombiana.
La muerte de Escobar generó distintas reacciones: su familia y sus protegidos lloraron su muerte, y a su entierro asistieron miles de personas, en su mayorías de los barrios pobres de Medellín. Pero la prensa y el gobierno lo consideraron un triunfo en la lucha contra las drogas y el principio del fin del tráfico de estupefacientes, lo cual no fue así.
Familia
Su familia estaba conformada por Victoria Henao, con quien se casó cuando ésta tenía quince años en 1976, y sus dos hijos, Juan Pablo y Manuela. Después de la muerte de Escobar salieron del país, pero fueron devueltos en cuanto pisaron España, corriendo con la misma suerte en Alemania. Finalmente se instalaron en Buenos Aires, donde han tenido varios problemas legales. Para alejar el estigma de tener el apellido de Escobar, decidieron cambiarse de nombre. Así, Victoria pasó a llamarse María Isabel Santos Caballero, Juan Pablo es ahora Juan Sebastián Marroquín y Manuela se llama Juana.
En abril de 2003 aparecieron en Medellín carteles con la leyenda «Pablo Presidente». Tras retirar los afiches e iniciar una investigación, las autoridades establecieron que se trataba de una intervención artística de un joven bogotano.El 11 de diciembre de 2009, su hijo Juan Pablo presentó el documental biográfico Pecados de mi padre, en el que pide perdón a las familias víctimas de la violencia del narcotráfico.[4]
El 8 de noviembre de 2006, días después de la muerte de su madre Hermilda, el cadáver de Escobar fue exhumado por orden de Nicolás Escobar, sobrino de Pablo e hijo de Roberto Escobar Gaviria, alias El Osito. Sebastián Marroquín acusó a su primo de haber vendido las imagénes de la exhumación a la televisión (éstas fueron transmitidas en directo[5] ) y de lucrarse con la memoria del capo. La disputa familiar se hizo más profunda tras conocerse que Nicolás se quedó con tres dientes y un pedazo del bigote que aún quedaba en la osamenta, aunque él alega que las conservó para realizar pruebas de ADN que resolverían los reclamos de paternidad de dos supuestos hijos del narcotraficante.[6]