LIBRO El periodista Alfredo Serrano recoge el testimonio del cerebro del asalto al Banco de la República de Valledupar en 1994, el robo en efectivo más cuantioso que se haya conocido en el mundo.
«Dejamos en el banco unos 6.000 millones de pesos en billetes de baja denominación porque humanamente no cabían. Llenamos el camión hasta el tope, tanto que las siete personas que nos acomodamos atrás nos apretujamos en un espacio de 25 centímetros. Si alguien hubiese reparado en la carpa, con seguridad habría visto la silueta de nuestros cuerpos contra ella. Íbamos con las caras pegadas a la tela».
Con estas palabras el cerebro del robo más famoso del país cuenta uno de los momentos más intensos del asalto ocurrido hace 15 años, cuando éste y su banda incursionaron a las bóvedas del Banco de la República de Valledupar y sustrajeron 24.072 millones de pesos. El episodio es recordado como el robo del siglo XX en Colombia y se trata del hurto de efectivo más grande conocido en todo el mundo. Para la época el monto del atraco fue calculado en más de 33 millones de dólares.
Domingo 11 Enero 2009
El periodista Alfredo Serrano Zabala acaba de publicar el libro Así robé el banco, que recoge este testimonio de primera mano. A lo largo de un año Serrano conversó en múltiples oportunidades con quien ingenió y ejecutó el plan. Una de las principales revelaciones del libro es justo esa: contrario a lo que hasta ahora se conocía, el cerebro del plan no fue Jaime Bonilla Esquivel, quien fue detenido y posteriormente asesinado. Quien estuvo a la cabeza del histórico asalto es un hombre de 65 años, 1.80 de alto e inteligencia meticulosa, que hoy deambula por las calles libremente después de purgar una condena de seis años por su participación en el gran robo.
En su relato, el asaltante detalla cada uno de los preparativos del golpe. Cuenta de la participación de uno de los vigilantes del banco que le permitió un primer ingreso a las instalaciones. Allí el asaltante revisó los sistemas de alarma, fotografió los accesos, los puntos de vigilancia, las bóvedas y tomó apuntes sobre sus características. Con esta información regresó a Bogotá. Empezó a maquinar su plan y a conformar un grupo especial con lo más selecto del hampa.
Varios capítulos están dedicados a la forma en que se financió el asalto y a las dificultades que tuvieron para importar de Panamá un poderoso equipo de soldadura, capaz de perforar las bóvedas. Pero sin duda las páginas más interesantes son las que narran el ingreso al banco y la huída con el botín. Durante toda la noche del 15 de octubre de 1994 los asaltantes trabajaron arduamente al intentar reducir las puertas y bóvedas internas a punta de sopletes, y sorteando ingeniosamente las complicaciones que les surgían. Una vez tuvieron acceso a la fortuna se dieron a la huida. «Quince días después de perpetrado el robo todo comenzó a derrumbarse en forma tan vertiginosa y fácil que ninguno de nosotros lo llegó a imaginar. Un golpe tan genial, donde todo el mundo quedó sano, se nos empezaba a caer porque algunos miembros del equipo traicionaron nuestros principios y se llenaron de codicia».
Pero la detención de los asaltantes no significó que el dinero se recuperaba. Fue tal el desfalco económico que el emisor debió precisar los seriales de los billetes robados y alertar a todas las organizaciones bancarias para que se abstuvieran de permitir consignaciones con esa plata. Sin embargo, por todo el país rápidamente empezaron a aparecer los billetes vallenatos y de poco sirvieron las medidas tomadas. Apenas unos 800 millones se alcanzaron a recoger antes de que entraran en circulación de la economía.
Serrano asegura que actualmente está en negociación con una productora norteamericana interesada en hacer un documental sobre el robo. La exigencia de los productores es que el cerebro que perpetró el golpe rebele su identidad y aparezca ante las cámaras. «Si llegamos a un acuerdo es posible que el país conozca este singular personaje», puntualiza.