Queríamos ser nadie

Fecha: 12/27/1999 -917

REVISTA SEMANA reconstruyó en la Argentina la historia de la familia de Pablo Escobar desde la muerte del capo hasta su detención en Buenos Aires.

Luchamos durante cinco años para cuidar el privilegio de no ser nadie. Aprendimos a respirar, a sentir la libertad. Comenzamos a construir nuestro propio futuro. Haciendo el esfuerzo de alejarnos del pasado. Fuimos muy felices sin ser nadie. Pero tan pronto se descubrió nuestro pasado la maldición del apellido Escobar nos volvió a cerrar las puertas. Nos volvió a poner en la picota pública y nuestros derechos y nuestra libertad volvieron a desaparecer». Sentada en una pequeña mesa del exclusivo café Rix, en la vía La Recoleta de Buenos Aires, una persona cercana a los Escobar Henao —que los ha acompañado durante su exilio— le contó a SEMANA la historia que comenzó hace cinco años cuando la familia del extinto jefe del cartel de Medellín decidió dejar atrás su pasado con la idea de iniciar una nueva vida lejos de Colombia.

Paradójicamente en esa misma mesa, el 24 de diciembre de 1994, María Victoria Henao y sus hijos Juan Pablo y Manuela, junto con otros dos familiares, celebraron su llegada a Argentina, bajo una nueva identidad, con la ilusión de echar raíces para siempre en la bella ciudad de Buenos Aires. Atrás habían quedado el recuerdo y las angustias de una odisea que parece más una novela de Agatha Christie. «A esta ciudad —relata el familiar— llegamos por esas cosas del destino. No estaba en nuestros planes. Cuando el 14 de noviembre de 1994 salimos por el puente de Rumichaca, frontera con el Ecuador, el destino final era muy diferente».

Los Marroquín, los Santos, los Caballero

En efecto, los Escobar, ahora bajo las identidades de Santos Caballero y Marroquín Santos, iniciaron un largo y escabroso camino que les permitió recorrer casi medio mundo con la idea de acabar con el fantasma del capo. «A comienzos de noviembre de 1994 la Fiscalía nos entregó nuestras nuevas identidades. Fue una sensación muy extraña. Ahora teníamos unos nombres diferentes. Y era difícil asimilarlo. Y acostumbrarse a ellos fue bastante complicado. Ni siquiera entre nosotros mismos respondíamos a los nuevos nombres. La que más sufrió fue Manuela. Ella apenas tenía 10 años y no entendía por qué de ahora en adelante se tenía que llamar Juana. No entendía por qué no podía volver a tener el apellido de su padre. Y no entendía por qué no les podía contar esa historia a sus amigas».

En medio de ese drama la familia de Escobar afrontó el primer gran reto con su nueva identidad frente a los funcionarios de inmigración del aeropuerto de Quito. «Estábamos muy nerviosos. Uno de los guardias nos llamó por nuestro nuevo nombre y todos quedamos mudos. Lo hizo como en tres oportunidades. El tipo pensó que le estábamos tomando del pelo y se molestó mucho. Casi que no nos permite abordar el vuelo».

Era la mañana del 16 de noviembre de 1994. Los ‘Marroquín Santos’ apenas iniciaban su largo periplo. Un par de horas después el avión aterrizó en Lima, Perú. Era la primera escala de un viaje que se había iniciado tres meses atrás. «Nosotros le debemos mucho al fiscal Gustavo de Greiff. El estuvo siempre pendiente de nuestra suerte. Sabía de los problemas de seguridad que teníamos. El logró que nosotros pudiéramos cambiar nuestra identidad. Lo hizo porque tenía claro que si no salíamos lo más pronto del país nuestras vidas estaban en serio peligro».

El dilema que tenían los ‘Santos Marroquín’ era para dónde coger. Ha-bían golpeado la puerta de muchas embajadas en Bogotá pero ninguna de ellas estaba dispuesta ni siquiera a contemplar la posibilidad de consultar con su gobierno sobre la eventualidad de otorgarles su ingreso temporal y mucho menos una estadía permanente. «La verdad, no había ningún país que quisiera saber de nosotros. Nadie quería un escándalo. Ni siquiera las aerolíneas que operan en Colombia estaban dispuestas a vendernos un tiquete. Eramos algo así como una plaga de la que todos quieren huir».

La tierra prometida

En medio de ese callejón sin salida apareció alguien dispuesto a tender su mano. «Era una propuesta alucinante. El doctor De Greiff nos presentó a una condesa francesa, creo que se llamaba Isabel. Ella nos contó que manejaba una fundación en Europa que tenía como único fin buscar ayuda para los países más pobres del mundo. Nos propuso que si nosotros estábamos dispuestos a colaborar en esa causa podía mover palancas para que un país amigo abriera sus puertas y nos recibiera».

Los ‘Marroquín Santos’ estudiaron la oferta y decidieron aceptarla. No había nada que perder y por fin existía la posibilidad de salir de Colombia sin que corrieran el riesgo de ser devueltos, como había ocurrido el 28 de noviembre de 1993 cuando abordaron un vuelo de Lufthansa rumbo a Alemania. El gobierno de ese país no permitió su ingreso y al día siguiente regresaron de nuevo. «La donación fue algo así como de 200.000 dólares. La condesa quedó más que feliz. Y nosotros a la expectativa de su propuesta. Me acuerdo que ella habló y todos nos mirábamos como buscando una explicación. El ofrecimiento que nos hizo para iniciar una nueva vida fue en Mozambique, Africa».

El aterrizaje en Lima fue apenas el comienzo del viaje de la familia Escobar Henao rumbo a Mozambique. «No sa-bíamos nada de ese país. Ni siquiera cómo llegar. Por ahí alguien nos contó que había estado en guerra durante más de 20 años. Tan pronto dijimos que sí aceptábamos irnos para Mozambique los empleados de la condesa nos consiguieron allá una casa para vivir. Y así, a las buenas y sin saber exactamente lo que nos esperaba, arrancamos».

De Lima pasaron a Buenos Aires. Allí permanecieron en el aeropuerto por espacio de tres horas, para luego abordar un avión que los llevó a Ciudad del Cabo en Suráfrica. «Fue un vuelo eterno. Pero mucho más eternos fueron los siguientes días cuando descubrimos ante nuestros ojos el lugar donde íbamos a reconstruir nuestras vidas. Mozambique era un horror. La pobreza era tremenda. La gente se moría de hambre en las calles. La casa que nos alquilaron era una especie de enramada con techo de paja y paredes de barro. Era un lugar en medio de la nada donde había muchísimas probabilidades de morir devorados por un león».

La tierra prometida por la condesa pronto se convirtió en un calvario para los Escobar. «Juana no paraba de llorar. Una mañana se paró frente a nosotros y nos dijo: ‘Si no me sacan de aquí me suicido’. Después se encerró, dejó de comer y se entregó a la pena. Ese día comprendimos que teníamos que abandonar lo más pronto posible a Mozambique porque todos estábamos dispuestos a seguir el mismo camino de Juana».

Los ‘Marroquín Santos’ tan sólo vivieron por dos semanas en Mozambique. Iniciaron su viaje de retorno de Africa a comienzos de diciembre de 1994. De allí saltaron a Brasil. Por un par de días vivieron en Sao Paulo. Después se fueron para Rio de Janeiro. «Estábamos muy confundidos. No teníamos ni idea para dónde coger. Lo único que no queríamos era regresar a Colombia. En medio de esa zozobra decidimos que había que tomar un riesgo o de lo contrario nunca íbamos a encontrar un lugar para vivir».

Fue así como el 24 de diciembre a las nueve de la mañana abordaron un avión en Rio de Janeiro con destino final Buenos Aires. «Nadie habló durante el viaje. Antes de bajarnos del avión nos tomamos de las manos y le pedimos a Dios que nos diera una oportunidad. Después nos dirigimos hacia inmigración. Unos minutos más tarde nuestros pasaportes fueron sellados. Cogimos un taxi rumbo al centro de la ciudad. Buscamos un hotel muy pequeño y a las 4:35 de la tarde nos instalamos en Buenos Aires. Ese día, en plena Navidad, comenzó para nosotros una nueva vida».

Juan Pablo, el estudiante

Los dos primeros meses de estadía de los ‘Marroquín Santos’ en Buenos Aires transcurrieron de hotel en hotel. «Nos hospedamos en hosterías pequeñas y cada semana nos cambiábamos. Lo hacíamos para no despertar ninguna sospecha. Y además, como no conocíamos a nadie, queríamos probar cuál era el lugar más tranquilo para vivir. Nos apartamos de todo aquello que se relacionara con colombianos. Nunca íbamos a un lugar donde se presentaran artistas de Colombia y tampoco a lugares de turismo o restaurantes. Esos dos primeros meses prácticamente los pasamos metidos dentro de los hoteles».

Pero muy pronto la vida en los hoteles los comenzó a cansar. «Cada trasteo era una locura. Parecíamos gitanos. Seguíamos huyendo del pasado. Un día tomamos la decisión de que había que vivir y salir a la calle como cualquier ciudadano. Fue así como alquilamos el primer apartamento. Lo hicimos en una zona muy tranquila conocida como Belgrano. Era un apartamento muy pequeño. Apenas de dos cuartos. Durante más de dos años nos desplazamos en bus o tren. Nada de comprar carro. Queríamos tener una vida muy tranquila».

A mediados de marzo Juan Pablo Escobar, ahora ‘Juan Sebastián Marroquín’, entró a un instituto a estudiar computadores. «El se especializó en el manejo de un programa de diseño conocido como Auto Cad 13. Allí estuvo como medio año y realizó varios cursos. Uno de ellos sobre el manejo del programa 3D Studio Max, que sirve para presentar cualquier proyecto en tercera dimensión. Luego compró una guía de estudiante y comenzó a buscar dónde estudiar diseño. Antes de mitad de año de 1995 se matriculó en el Instituto ORT, muy reconocido en Buenos Aires en el tema de diseño y que tiene más de 70 sucursales en el mundo. A Juana la matriculamos en un colegio privado y la metimos a clases para que se nivelara, pues al principio no daba pie con bola y las notas eran malísimas. También buscamos ayuda profesional pues estábamos muy preocupados porque ella vivía muy triste y se había vuelto demasiado introvertida».

Tres años después ‘Juan Sebastián Marroquín’ se graduó como diseñador industrial. «La facultad lo seleccionó como uno de los mejores estudiantes de su promoción. Y las directivas le ofrecieron que se quedara como ayudante de cátedra. Su trabajo era asesorar a los alumnos que estaban a punto de iniciar su tesis de grado. Y además dictaba una serie de conferencias a los alumnos que estaban por ingresar al instituto para que comprendieran en qué consistía la carrera. Era una especie de orientación».

Confesión a Zacarías

Durante su primer año en Argentina los ‘Marroquín Santos’ salieron unas tres veces por tierra a Uruguay con el fin de renovar su permiso de estadía en Argentina, pues las autoridades de inmigración sólo autorizan tres meses de permanencia. «Después comenzamos a hacer las vueltas para lograr la residencia. Durante varias semanas hicimos todo el papeleo que exigen las autoridades de este país. A comienzos de 1997 nos otorgaron la residencia precaria. Algo así como un permiso transitorio para estar aquí y que hay que renovar cada año. Después, en el 98, hicimos los trámites para lograr la residencia permanente».

Para lograr que las autoridades argentinas les otorgaran la residencia los ‘Marroquín Santos’ tenían que hacer una inversión que justificara su estadía en ese país. A partir de ese momento comenzaron los problemas. María Victoria Henao, ahora ‘María Isabel Santos’, creó una sociedad en Uruguay con el nombre de Galestar. Una empresa dedicada al negocio de compra y venta de casas y apartamentos. Pero como la inversión tenía que ser en tierras argentinas Galestar abrió una sucursal en Buenos Aires. «Para hacer esa transacción fue necesario contratar los servicios de un contador. De esa manera llegó a nuestras vidas Juan Carlos Zacarías, un hombre que con el tiempo lo único que nos trajo fue problemas».

Zacarías se convirtió en la mano derecha de ‘María Isabel Santos’. Su relación cada vez fue más estrecha. Incluso se llegó a rumorar que entre los dos hubo más que una amistad de trabajo. A través de Galestar los ‘Santos Marroquín’ comenzaron a comprar y vender propiedades. Dos de ellas fueron adquiridas en predios muy exclusivos en las afueras de Buenos Aires, los famosos Country, habitados por familias de tradición y poder en Argentina.

El capital de Galestar está calculado en dos millones de dólares. Y están representados en varios lotes, inmuebles y dos carros de línea media. El juez Gabriel Cavallo, quien ordenó la detención de ‘María Isabel Santos’ y de su hijo ’Juan Sebastián Marroquín’ y los encausó por enriquecimiento ilícito y falsedad en documento, considera que Galestar era una empresa de lavado de dinero. Mientras investiga el caso mantiene privados de la libertad a los familiares de Pablo Escobar.

¿Pero cómo llegó Cavallo a descubrir la identidad de la familia ‘Santos Marroquín’? Es un misterio que todavía nadie ha resuelto. Por el momento se manejan dos hipótesis. La primera tiene que ver con el seguimiento que realizó la policía de la Unidad Antiterrorista. De acuerdo con la versión que dio a SEMANA su jefe, Jorge Palacios, un oficial reconoció en un centro comercial a la viuda de Pablo Escobar. «Su cara se le hizo familiar y decidimos seguirla durante un mes y medio. Eso fue a comienzos de enero pasado. Cuando nos dimos cuenta que utilizaba nombres falsos y que tenía una empresa de fachada le entregamos el caso al juez Cavallo».

La otra hipótesis tiene que ver con los líos que tenía Zacarías con los ‘Marroquín Santos’. «Zacarías descubrió nuestra identidad hace tres años. Nos dijo que se había enterado por una revista colombiana que había visto por casualidad. Nos dijo que no nos preocupáramos que él entendía lo que nos estaba pasando y que lo importante era seguir para adelante».

El contador viajó a Colombia a tramitar una serie de documentos relacionados con la venta del apartamento de los Escobar localizado en Altos del Campestre en Medellín. Según consta en el acta de compraventa el inmueble fue vendido por 300.000 dólares.

A su regreso a Argentina se puso al frente de los negocios de ‘María Isabel Santos’ y de su empresa Studio Center, también una inmobiliaria. «A finales del año pasado la vida nos dio un vuelco total. Un programa de Discovery Channel sobre la vida de Pablo Escobar nos aterrorizó. Entonces decidimos salir de Buenos Aires y nos fuimos para una provincia durante un par de semanas para esperar cómo evolucionaban las cosas».

En ese entonces los ‘Marroquín Santos’ ya vivían en un apartamento que alquilaron en el sector de Núñez. Es una vivienda pequeña que consta de dos cuartos y una pequeña sala. Allí han vivido durante el último año María Victoria Henao, sus hijos y dos de sus familiares más cercanos. Antes de abandonar Buenos Aires, Zacarías les propuso a los ‘Marroquín Santos’ transferir las propiedades de Galestar a su nombre y que una vez se calmara la tormenta volverían a sus manos.

El chantaje

«Eso nunca ocurrió. Cuando regresamos a Buenos Aires el contador había traspasado las propiedades a nombre de sus empleados. Nos dijo que él estaba dispuesto a desembolsar 10.000 dólares y que dejáramos las cosas así».

Entonces comenzó un duro enfrentamiento entre ‘María Isabel Santos’ y su contador. «El comenzó a exigirnos 25.000 dólares mensuales por su silencio. Después nos pidió medio millón de dólares. Y por último nos dijo que su silencio quedaba comprado con las propiedades que se habían transferido de Galestar a su nombre».

Los chantajes de Zacarías quedaron grabados en siete casetes que hoy están en manos del juez Gabriel Carvallo. Cada vez que Zacarías llamaba a la casa a proponerles un negocio por su silencio ‘María Isabel Santos’ lo grababa.

«La historia tiene su triste final el pasado lunes 15 de noviembre. Eran las 9:30 de la noche y el Canal 9 comenzó a emitir un especial sobre nosotros. El periodista dijo que la viuda negra del narcotráfico estaba viviendo en Buenos Aires. A los 10 minutos de haber empezado el programa nos allanaron. En ese momento ni siquiera ‘Juan Sebastián’ y ’María Isabel’ se encontraban. Ellos llegaron 10 minutos después y los arrestaron».

En el allanamiento las autoridades decomisaron una cajilla con documentos, otra con joyas avaluadas en 600.000 dólares y 20.000 dólares en efectivo. María Victoria Henao y su hijo Juan Pablo fueron recluidos en un calabozo en las instalaciones de la Policía. Allí permanecen. El juez Cavallo negó la libertad provisional de Juan Pablo. «En ningún documento de Galestar o de los negocios de ‘María Isabel’ está su nombre. Pero las autoridades lo mantienen preso».

Sobre el paradero de Zacarías nadie sabe nada. Lo único que se dice es que él fue la persona que le entregó la información al periodista que publicó la primicia el lunes en la noche y quien informó al juez del paradero de los ‘Marroquín Santos’. La suerte de los Escobar es incierta. El juez busca por todos los medios probar que Galestar era la fachada de una red de lavado de dinero. Y que sus nuevas identidades, a pesar de que fueron suministradas por el gobierno colombiano, son ilegales. En Buenos Aires la historia se regó como pólvora y terminó en escándalo cuando el propio presidente Carlos Menem afirmó que su gobierno conocía desde 1995 que los Escobar se encontraban en territorio argentino. Para el juez Cavallo, un hombre conocido por su independencia y autoridad, esa afirmación de boca de Menem no es suficiente para exonerarlos del cargo de falsedad en documento. Los argentinos esperan que por lo menos la familia Escobar sea expulsada de su país. Una

teoría que ha comenzado a tomar fuerza en Buenos Aires. Si ello llega a suceder a la familia del extinto jefe del cartel de Medellín no le queda otra alternativa que regresar a Colombia. Y eso no está en sus planes. «Regresar a Colombia sería el suicidio. Nosotros sólo queremos empezar una nueva vida sin ser nadie. Eso es lo único que pedimos».
Publicado por LA REVISTA SEMANA
Fecha: 12/27/1999 -917